En el número de Julio de 2007 Fast Company publica su Fast Cities 2007, un ránking global de las (grandes) ciudades más innovadoras, creativas y, finalmente, parece que “cool”. Utilizan datos procedentes del grupo de Richard Florida y su think tank Creative Class Group. De hecho, el trabajo analítico fue en parte obra del “numbers guru” del grupo de Florida, Kevin Stolarick. El índice se construyó utilizando el “CEOs for Cities' CityVitals survey … sustainability data from SustainLane; and insights from the Institute for the Future in Palo Alto”. Pero, más allá de estas breves referencias, el artículo no explica los detalles del análisis, por lo que resultad difícil conocer en detalle que entienden por “fast cities” más allá de las breves referencias aparecida en el artículo introductorio (comentado en el blog del Creative Class Group, Creativity Exchange):
… there are winners in this battle for the future. We call them Fast Cities. They are cauldrons of creativity where the most important ideas and the organizations of tomorrow are centered. They attract the best and brightest. They are great places to work and live.
Parece que este índice sigue fielmente la teoría de Florida que propone que una ciudad creativa es aquella que consigue atraer a las clases creativas gracias a su combinación de tolerancia, talento y tecnología (las ya famosas 3 Ts). En diversos posts previos he comentado las bondades y, especialmente, limitaciones y críticas sobre la teoría de la clase creativa. La teoría es un esquema conceptual útil para entender como surge la creatividad e innovación en entornos urbanos. Pero entre sus limitaciones nos encontramos con que está demasiado centrada en el caso norteamericano. Por ejemplo, enfoca las estrategias urbanas a los mecasnimsos de atracción de una clase creativa nómada y externa a la ciudad, más que a la creación de contextos para que la población local desarrolle su potencial creativo. Una segunda crítica habitual se refiere a las malinterpretaciones y simplificaciones, más o menos interesadas, de la clase política de muchas ciudades que han querido entender esta teoría como una justificación para el incremento del gasto público en los aspectos más superficiales de la cultura. Entre estas acciones políticas se sitúa en un lugar preferente la construcción de todo tipo de contenedores culturales, especialmente museos; que se caracterizan por su ineficiencia social y económica (… y cultural) en el medio y largo plazo.
Las “fast cities” se identifican en este ránking por tres factores: una cultura de apertura de oportunidades al potencial creativo, gobiernos locales y comunidades locales que apuesten por la innovación, y la existencia de “energía” urbana. Tres intangibles que rara vez aplican los gestores urbanos:
What makes a Fast City? It starts with opportunity. Not just bald economic capacity, but a culture that nurtures creative action and game-changing enterprise. Fast Cities are places where entrepreneurs and employees alike can maximize their potential--where the number of patents filed is high, for instance, or where the high-tech sector is expanding.
The second component: innovation. Fast Cities invest in physical, cultural, and intellectual infrastructure that will sustain growth. "The real forces for change in America and around the world are the mayors and the local communities," says [Richard] Florida …
Finally, Fast Cities have energy, that ethereal thing that happens when creative people collect in one place. The indicators can seem obscure: number of ethnic restaurants, or the ratio of live-music lovers to cable-TV subscribers. But they point to environments where fresh thinking stimulates action and, by the way, attracts new talent in a virtuous cycle of creativity.
Puede que estos criterios sean los que han permitido que por una vez los rankings incluyan ciudades alejadas del paradigma norteamericano de ciudad cool (que dominaban de modo absoluto el anteror ránking). Así aparecen reflejadas ciudades como Curitiba, Ho-Chi-Min City, Buenos Aires, Estambul, Johannesburgo o Tallin, o casos sorprendentes dentro de EEUU como Fort Collins, Boise, Madison o Tucson. El mundo no es plano, pero las agregaciones de creatividad e innovación surgen cada vez más en lugares inesperados. Un buen mensaje para “diseñadores de intangibles” que los “planificadores de tangibles” no sabrán leer.