En Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mayo (más aquí).
Cap. 52, pg. 101. Félix de Azúa (El País, 10.08.2004):
Tarde o temprano nuestras costas quedarán vacías. Cientos de kilómetros de cemento permanecerán durante siglos cayéndose a pedazos y cubriéndose de zarzamora y ortiga. Por la noche sonarán en su interior aullidos insoportables. Zonas inmesas de este país se convertirán en refugio de criminales, plantas de fabricación pirata, cuarteles de mafias orientales, talleres textiles ilegales, clubes de rufianes eslavos. La ruina y el espanto extenderán su sombra amarilla sobre unos lugares en donde tiempo atrás, como en el Líbano, giraban las ruletas más caras del planeta mientras delgadas actrices apenas adolescentes sorbían láudano en compañía de futuros suicidas.
Cap. 94, pg. 174 (Robert sobrevolando el paísaje sub-urbano del desierto de Nevada):
Pero lo que más le fascina son las privatopías, urbanizaciones, de lujo o no, en la que los residentes aceptan restricciones que llegan a extremos casi carcelarios con tal de preservar su seguridad. Hay algo en ellas de seductora autodestrucción controlada.