Del mismo modo que los usuarios avanzados de Lego Mindstorms se han lanzado a la subversión de las reglas de juego impuestas por una empresa a la que no pertenecen (Forbidden Lego: ¿la venganza de los crowdsourcers?), los Ikea Hackers combinan su pasión por el diseño y por el do-it-yourself con una cierta actitud subversiva, un tanto light, al proponer modos de hackear los productos de Ikea para dotarlos de otras funciones o estéticas. The New York Times les dedicó un artículo (Romancing the Flat Pack: Ikea, Repurposed) donde los sitúa cultural e ideológicamente:
Ms. Lam, Mr. Csiky and Ms. Domanic have never met but they are nonetheless related, connected by a global (and totally unofficial) collective known as the Ikea Hackers. Do-it-yourselfers and technogeeks, tinkerers, artists, crafters and product and furniture designers, the hackers are united only by their perspective, which looks upon an Ikea Billy bookcase or Lack table and sees not a finished object but raw material: a clean palette yearning to be embellished or repurposed. They make a subset of an expanding global D.I.Y. movement, itself a huge tent of philosophies and manifestoes including but not confined to anticonsumerism, antiglobalism, environmentalism and all-purpose iconoclasm.
Estos Ikea Hackers son sucesores, y una mezcla, de los coolhunters, el movimiento de deconstrución y los diseñadores que reutilizan objetos industriales:
…“The idea is you’re getting in through the backdoor,” Ms. Berger said, “and reinventing what’s there.”
In the 1990s, when Ms. Berger was a “cool hunter” at Y&R, the branding, marketing and advertising agency, “we used to call this ‘post-purchase product alteration, ’ ” she said, noting that Ikea hackers’ predecessors can be found in fashion, with the deconstruction movement fomented by the Belgians in the late ’80s, and in architecture.
“There is a long history of hacking industrial artifacts or found objects and turning them into high design,” she said, drawing a straight line from Buckminster Fuller to Lot-Ek, the Manhattan architectural firm that has played with cargo containers, industrial sinks and truck tanks. “But to my knowledge Ikea is the only company that is appealing to the do-it-yourselfer.”
Al igual que en el caso de Lego, puede que Ikea acabe aprovechando a “sus hackers” para ampliar su mercado al diversificar sus productos y “sugerir” diseños prohibidos (pero rentables). Algo diferente puede suceder cuando Ikea deje de proporcionar los “materiales” necesarios para los diseños de los hackers. Por ejemplo, cuando se popularicen y abaraten los fabricadores personales (fablabs; como el que se ha creado recientemente en el Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya), de modo que cualquiera pueda utilizar diseños compartidos en Internet para fabricarse cualquier tipo de objeto (y por supuesto, diseños “pirateados” del catálogo de Ikea). David de Ugarte considera que la fabricación personal es la nueva revolución en Internet, como la parte tangible de lo que denomina web 2.1.
Para hacernos una idea, en el mismo tono cool y ligero que transmiten los Ikea Hackers, nada mejor que el video The Spime Arrives creado por Bruce Sterling para explicar los spimes, un concepto ciertamente vago y extenso que presentó en su libro Shaping Things. Una de las facetas de los spimes es la fabricación personal y, de hecho, el video explica de un modo sencillo como funcionará este modelo de producción post-industrial de tangibles. Lo han anunciado en ToShare.it con los que Sterling colabora en estos momentos:
What does the future have in store for us? In whose hands will design be? What economic trends will prevail? …
Sterling predicts a further evolution of what we already call web 2.0, where phenomena like social-networking and Radio Frequency Identification (RFID) see “objects” generating a new internet that someone has already defined as Web 3.0.
He foresees monumental changes in the world of design: a transformation of conventional users, with their currently available user-alterable gizmos, into “wranglers” with blobjects, spimes, and arphids in their pockets and briefcases.
¿Qué sucederá con la propiedad intelectual de los diseños? ¿Dónde estará el poder: en la fabricación de los fablabs, en los buscadores de diseños, en las tiendas de barrio donde “imprimamos” nuestros diseños? ¿Acabará Ikea convertida en una franquicia de copisterías? ¿Acabaremos pagando un canon por los tableros de contrachapado?