Como aunciaba en un post previo he empezado a colaborar con Soitu.es publicando el blog, o micromedio, Piel digital dentro del contenedor Vida Digital, donde comparto espacio con Juan Varela y su Sociedad cableada.
Poco a poco, y de forma no planificada, me encuentro con que mi producción y participación digital se va distribuyendo en diversos medios y espacios en Internet, desde este blog personal donde me leéis ahora al blog Ciudades enredadas en ADN.es o el propio Piel digital en Soitu.es. Además uso habitualmente otras herramientas sociales como Twitter, Flickr, Slideshare, Dopplr, el propio sitio de mi grupo de investigación o diversos wikis y grupos de discusión públicos o privados en los que participo. Incluso, a pesar de no resultarme especialmente interesantes ni actualizarlos frecuentemente también mantengo perfiles en “redes sociales” como Facebook o LinkedIn.
Más allá de los problemas de gestión, esta fragmentación me preocuparía hace un tiempo, pero mi visión de la identidad ha ido evolucionando en paralelo a mi comprensión del significado de la digitalización de nuestra vida. Ahora entiendo que este proceso de fragmentación, o distribución, es quizás inevitable y propio de la evolución de Internet. La web 2.0 ha abierto la oportunidad de construir redes descentralizadas o distribuidas de usuarios creativos, y ese es el principal valor que defienden sus partidarios. Pero, el proceso de fragmentación individual opera en paralelo y, creo, se ha desatendido su importancia. Puede que los peligros que presentan las paradojas del control que pueden aparecer en la web 2.0 se vean contrarrestados por esta redefinición de la presencia de los usuarios en la red. Su fragmentación puede hacerlos más flexibles y difíciles de controlar.
Así, del mismo modo que ya no es una persona (como “un todo completo” e indivisible),sino un “fragmento de su identidad digital”, la que forma una parte de una red digital, los sitios o las páginas han dejado de ser las unidades de información de la red. Cada sitio e incluso cada página son (o deberían ser) granulares, collages compuestos por diversos microcontenidos de variados orígenes que otros usuarios pueden reutilizar y remezclar libremente. Se está produciendo una co-evolución de la estructura de Internet y de la identidad de los usuarios. Tras el desarrollo de las redes sociales propias de la web 2.0, ahora cada usuario empieza a fragmentarse a lo largo de la red. “Su integridad”, caso de que ese concepto tenga algún interés en un determinado momento, puede mantenerse utilizando las mismas herramientas que permiten el reuso y la remezcla (y que no son otras que los buscadores, los RSS, las etiquetas, los agregadores …). ¿Bienvenidos a la era de las identidades distribuidas?.