Pero como escribir de una literatura nueva, que no parece querer tener nombre ni acomodarse a una generación (aunque muchos la hayan ya etiquetado y hayan clasificado a sus autores), con un texto convencional. Ni aún que el soporte tenga la estética de un blog. Por tanto, en la mejor “tradición” del género escribo este post fragmentario y sin orden aparente tomando enlaces y trozos de otros sitios. Será el lector el que construya su propia historia.
Agustín Fernández Mallo (AFM) acaba de publicar Nocilla Experience y la fiebre del oro de la “literatura mutante” se ha desatado entre los medios y editoriales “convencionales”. Al tiempo inicia dos blogs alojados en los sitios de dos de “los grandes” de la cultura española: El hombre que salió de la tarta en Alfaguara y su blog en ClubCultura de la FNAC. En Soitu.es | Piel digital tratamos de contarlo copiando, sin reparos, el modelo: Ordena este post (jugando a lo Nocilla Experience). La historia es corta en el tiempo pero larga en avatares. En todo caso, esta vez si tiene final y, a mi al menos, me gusta:
… La réplica, no podía ser de otro modo, la da un genial AFM, Luis XIV traspasa Versalles a una promotora, que realiza una reflexión desde el paradigma de la sociedad red. La literatura no se escapa a los cambios en las formas de crear y compartir conocimiento en la era digital y se ve “distorsionada” por cuatro conceptos clave que ya son indisolubles con la realidad híbrida en la que vivimos: brokers de conocimiento (un tema recurrente en este blog); redes, mercados; y fragmentación (de las identidades, de la web). Pero el propio AFM lo define magistralmente:
* brokers de conocimiento:
Antes se creaba desde el conocimiento, ahora se tiende a crear desde la información. Antes, el artista, típicamente romántico, era un erudito que emitía su producto al mundo: se iba desde la "iluminación" de lo privado al pontificado en lo público (el estigma del héroe; su correlato en el fútbol sería Maradona). Ahora el artista no es erudito en nada, recibe un desorden de información desde el ámbito público, y ésa es la materia prima que reelabora o subvierte en su laboratorio para impulsarla (su correlato en el fútbol sería Beckham).
En este contexto, ¿resulta legítimo construir novelas de estructura clásica? Por supuesto que sí. Ahora bien, ¿tiene ese acto algún sentido? Para responder hagámonos otra pregunta más fácil, ¿tiene sentido construir hoy un Versalles en vez de un chalet? Sí, pero sólo como militancia kitsch.
* redes:
Durante siglos se han estudiado las cosas por separado, ahora se trata de ver las relaciones que hay entre ellas en modelos de redes.
* mercados (y sus nuevos “espacios públicos”):
Como decía Baudrillard, el crimen perfecto se ha cometido, nada hay ya fuera del mundo Mercado para poder eliminar o criticar ese mercado. Hasta los antisistema forman parte del sistema publicitario…
Eloy Fernández Porta (AfterPop, Berenice) afirmaba hace poco: "Algunos (escritores) creen estar en los bosques de Heidegger cuando de hecho habitan las praderas de Disney".
* fragmentación:
…de la novela clásica a la fragmentada se llega por sustracción, quitándole elementos a aquélla; eso sería más bien una mutilación. La diferencia entre ambas no es cuantitativa sino cualitativa. La novela fragmentada suele estar más cerca de la poesía ya que tiende a la síntesis típica del verso o de la ecuación matemática: expresar lo máximo posible con los mínimos elementos (algo así como un píxel es a una foto). Cómo cada cual articularía esa fragmentación en sus textos y en qué medida ya es otro cantar, pero tengo la impresión de que la novela no puede seguir dándole la espalda a tan palmaria realidad. Cualquier fundamentalismo profragmentación resultaría ridículo, pero en la misma medida lo sería fingir que esa fragmentación no existe. Empezaré por ver qué pasa si le echo ketchup a En busca del tiempo pedido.