La exposición Formulae for the 21st Century se celebró en la Serpentine Gallery, situada en los jardines Kensington de Londres, a finales de 2007. Sus comisarios, Hans Ulrich Obrist y el grupo Edge liderado por John Brockman, propuesieron a numerosos artistas, científicos e intelectuales que desarrollaran en una hoja A4 una fórmula para el siglo XXI. La exposición de los resultados se realizó tanto a lo largo de un maratón experimental que celebraron durante un fin de semana el pasado octubre como en el sitio web del proyecto.
Desde Benoit Mandelbrot y Craig Venter a Marina Abramovic y Matthew Barney, pasando por Rem Koolhaas o Chris DiBona. El resultado es, por supuesto, desigual y anárquico, pero también (o precisamente por ello) sorprendente y fascinante. Uno de los participantes, Douglas Rushkoff, desarrolló un “algoritmo” (titulado Social Control as a Function of Media) que relaciona la evolución histórica de la control social de los medios de comunicación, o sea quien detenta el poder y como. Una vuelta al eterno y continuo conflicto entre productores de tecnologías y servicios asociados, gobiernos y usuarios.
En Brainac, de The Boston Globe, hicieron referencia al Rushkoff's algorithm, donde el propio Rushkoff explica el significado de su fórmula. Su visión es un tanto pesimista dado que considera que lo que el denomina “controladores”, gobiernos de todo tipo y corporaciones, siempre van un paso por delante de los usuarios, incluso en la sociedad red controlando los “medios de producción” (software, interfaces) y los canales de comunicación (proveedores de acceso):
The 22-letter alphabet did not lead to a society of literate Israelite readers, but a society of hearers, who would gather to hear the Torah scroll read to them by a priest. The printing press and television set did not lead to a society of writers and producers, but one of readers and viewers, who were free to enjoy their own perspective on the creations of an elite with access to the new tools of production. And the computer has not led to a society of programmers, but one of bloggers -- free to write whatever we please, but utterly unaware of the underlying biases of the interfaces and windows that have been programmed for us.
Our controllers -- be they pharaohs, kings or corporations -- always remain one dimensional leap beyond us. When we learn to read, they gain monopoly over the presses. As we now gain access to Internet distribution of our text, they create the framework for such publication -- blogs, basically -- by monopolizing the programs, interface, and conduit. Worse, we tend to remain unaware of the new context shaping all our activity. And that's why no matter how much of a revolution Time magazine grants us by calling us "people of the year," we're still paying them for our access, and their sister corporations for our technologies.
Un buen análisis si no se cae en el determinismo. Efectivamente el futuro puede guiarnos por el camino que describe Rushkoff. Pero al tiempo, el algoritmo, así como otras muchas voces en la misma línea, puede ayudar a definir las estrategias de defensa y/o ataque de los que deseen otro tipo de futuro.... Hasta que surjan nuevas tecnologías que den lugar a nuevos actores y nuevos escenarios de conflicto. Un conflicto posiblemente interminable e irresoluble.