En Enero de 2008 se celebró en Valencia la 1ª Conferencia Internacional sobre Nueva Cultura Urbana. Entre otros ponentes, participaron Richard Florida, para exponer su teoría de las clases creativas, y Jeremy Rifkin , con un análisis de la crisis energética y sus soluciones. Los videos de las ponencias están disponibles en el sitio de la conferencia. En el número 152 de DB. Revista de la Diputació de Barcelona se ha publicado una síntesis de las intervenciones de Florida y Rifkin titulada Creativitat i Sostenibilitar, el futur de les polítiques urbanes.
Los responsables de la revista me pidieron que escribiese dos textos breves con mi punto de vista sobre ambas intervenciones y posiciones. Aparecen como parte del artículo principal con los títulos Classes creativas o ciutats creativas? y La crisi energètica: entre el catastrofisme i la innovació. Aunque el número completo de la revista aún no está disponible en su sitio web, se puede descargar el artículo y mis puntos de vista aquí (pdf)
Ya he escrito previamente sobre estos temas en este blog y se pueden consultar estos posts como antecedentes de mi punto de vista:"Fast cities" vs. "uncool cities": dos versiones de una misma realidad urbana y El alarmismo energético y la innovación. Estas son las versiones en castellano de mis puntos de vista:
¿Clases creativas o ciudades creativas?
La teoría de R. Florida es uno de los más ambiciosos esfuerzos para identificar los mecanismos promotores de la creatividad e innovación urbanas, aunque ha sido también objeto de un amplio debate en que se evidencian estrategias políticas antagónicas. La principal crítica se centra en la confusión entre ciudades creativas (con condiciones para que sus propios ciudadanos puedan desarrollar su capacidad de innovación y creatividad) y ciudades que importan a una clase creativa extraña con la esperanza de que dinamice una vida y economía urbana en crisis. Además, su aplicación ha provocado en ocasiones un exceso de intervencionismo y gasto público y la focalización en la ciudad como espectáculo (con tres fases sucesivas: centros comerciales, palacios de congresos y grandes estadios y más recientemente la cultura).
Además la teoría de las clases creativas ha sido inspirada por las características de las ciudades y sociedad norteamericanas, por lo que su aplicación a otros contextos con una cultura diferente debería tomarse con precaución. Así en la sociedad española la movilidad profesional es muy inferior mientras que los vínculos comunitarios son mucho más fuertes, lo que limita, especialmente en ciudades pequeñas o medianas, la capacidad de atracción de una clase creativa. Las tres “Ts” de Florida abordan la creatividad desde un enfoque esencialmente individual y de movilidad espacial máxima, olvidando el papel de lo colectivo y de los vínculos que fijan a las personas al territorio que son especialmente relevantes en España. Es necesario pasar de clases a “ciudades creativas” en las que, partiendo de que la capacidad creativa está potencialmente disponible en cualquier grupo y entorno, la estrategia consista en crear condiciones para que los ciudadanos desarrollen su capacidad de innovación.
La crisis energética: entre el catastrofismo y la innovación
La gran virtud de las propuestas de J. Rifkin es poner sobre la mesa el papel de la innovación en la solución del problema energético. Pero en este sentido es discutible el establecimiento de 2030 como final de las fuentes fósiles. Las innovaciones tecnológicas pueden modificar la velocidad de descubrimiento de yacimientos y su rentabilidad. Sobre el papel de las energías renovables tampoco cabe generalizar. Las evaluaciones más recientes indican que los biocombustibles no son energías limpias y cuentan con efectos secundarios perversos, mostrando, aunque en negativo, la importancia de la política: al innovar en sus instituciones e incentivos “rediseñan el mercado” de biocombustibles y provocan su éxito comercial. Por otra parte, la energía eólica y fotovoltaica no son aún alternativas completas dado que sólo generan electricidad, tienen un elevado impacto ambiental si se usan a gran escala y no es viable su almacenamiento.
Es precisa una política de incentivos capaz de mejorar la tecnología de uso de las energías renovables y el uso universal del hidrógeno y de redes eléctricas inteligentes como almacén y transportadores. Pero la mayor parte de estas tecnologías no están aún maduras por lo que es imprescindible establecer una doble ruta de adaptación: a corto plazo (en que seguiremos dependiendo en parte de energías convencionales con usos cada vez más eficientes; es aquí donde resurge el interés y debate sobre la energía nuclear) y a medio y largo plazo (basado en la innovación que debe iniciarse ya ahora). En este contexto el papel de las instituciones locales es fundamental, no tanto por promover el uso de unos u otros tipos de energía, como por definir modelos de usos energéticos, en especial la movilidad, que permitan más eficientes.