Una discreta intervención urbana en A Coruña y la respuesta directa, sencilla pero innovadora de los vecinos ponen de manifiesto cuestiones casi siempre ocultas pero extraordinariamente relevantes para nuestra vida en las ciudades. Pero empezemos por la historia …
La historia la expliqué hace poco en ADN.es | Ciudades enredadas, Los conflictos urbanos en los patios traseros abandonan la discrección y hoy he recibido el regalo del dibujo de la lágrima que podéis ver aquí. Lo que sigue es la continuación de esa historia que, espero, tenga nuevos capítulos en un futuro próximo.
MANZANApicasso es el nombre elegido por un grupo de vecinos de una céntrica manzana coruñesa que comparten un patio interior y un problema. Una zona donde predominan los edificios con galería típicos de la ciudad en diferentes estados de conservación y transformación en las sucesivas reformas que han sufrido en las últimas décadas. Pero además, y de ahí el nombre, en una de esas casas (la situada en la calle Payo Gómez 14), se sitúa la Casa Museo Picasso, la misma donde pasó cinco años (de 1891 a 1895) de su infancia Pablo Picasso. Esta anécdota, además de su importancia en la historia local, es relevante dado que ha provocado un mayor interés por la conservación de la arquitectura de la zona (y de hecho la propia página web del ayuntamiento dedicada a la Casa Museo informa que “se mantiene de forma idéntica a la época en la que fue residencia del pintor”. De hecho, las galerías de esta manzana, incluyendo algunas situadas en el patio interior, presentan una protección urbanística especial.
El sitio web del colectivo vecinal proporciona muchos más detalles arquitectónicos de esta manzana y una descripción del conflcito surgido por que en el edificio contiguo al de la Casa Museo (en el número 12 de la misma calle) se ha autorizado una reforma del inmueble. El nuevo edificio, que probablemente no modifique su apariencia en la fachada externa, si alterará radicalmente su parte trasera dado que ocupará buena parte del patio interior con un nuevo volumen de unos 20 m de altura que, según las estimaciones del propio colectivo, reducirá ese patio de manzana desde unos 800 a escasos 60 m2.
Es evidente la razón del malestar de los vecinos que perderán ese espacio público interior que no pueden ocupar físicamente pero que permite la expansión visual y la entrada de luz natural a sus propias viviendas. Estos vecinos han decidido enviar una carta al Ayuntamiento, pero han hecho algo más. Se han organizado, sin necesidad de estructuras formales más allá de las propias comunidades de vecinos, para poder enfrentarse a esta intervención y han establecido su base de operaciones en un sitio web desde donde explican quienes son y cuales son sus razones. Al tiempo, el sitio les sirve de base organizativa (desde la que invitan a la participación en las reuniones que celebran) y anuncian que allí aparecerán propuestas alternativas que demostrarán que es posible intervenir en estos espacios públicos con opciones más razonables para todas las partes.
No es habitual que los vecinos puedan entrar en el debate técnico, que en estos casos debería ser parte esencial de la discusión política, con argumentos y alternativas. Pero en este caso el Ayuntamiento se encuentra con una comunidad donde predominan profesionales, algunos de ellos arquitectos, con el conocimiento y la independencia económica que les permite entrar en el conflicto. De hecho, en el propio sitio proporcionan planos y visualizaciones que comparan la situación actual con el resultado del proyecto en construcción y que explican claramente el impacto. Es paradójico que este tipo de información, que sería tan útil para que los ciudadanos entendieran las intervenciones urbanas y que la tecnología permite hacer accesibles, no esté disponible en las webs oficiales de aquellos encargados de gestionar el urbanismo.
Este plano muestra el nuevo edificio en construcción (en rosa) que se introducirá en el patio interior dentro de la misma manzana que se mostraba antes en Google Maps:
Este dibujo proporciona una visión tridimensional de la intervención:
Por supuesto, este caso es especialmente preocupante para todos aquellos directamente involucrados pero no deja de ser otra anécdota urbana más entre las muchas que se suceden todos los días en nuestras ciudades. Sin embargo, al mismo tiempo, este y otros muchos casos que casi nunca reciben una especial atención en los medios, nos proporcionan al menos tres lecciones clave para el futuro de nuestras ciudades y del papel de los ciudadanos en su diseño y gestión:
Primero, los espacios públicos están en todas partes. Incluso los patios traseros, casi siempre invisibles, sucios y descuidados, proporcionan a los vecinos un espacio vital que se hace imprescindible cuando lo vemos desaparecer.
Segundo, la participación vecinal oficial hace tiempo que es prácticamente invisible en la ciudad, fruto de su burocratización y apropiación por los poderes políticos. Por el contrario, florecen organizaciones informales y redes que bien de un modo más o menos estable o bien puntualmente ante un problema específico responden al poder político. Y estas respuestas utilizan ya Internet como plataforma organizativa barata, rápida y eficiente y como canal de comunicación con el resto de vecinos, los medios de comunicación y, finalmente, los propios políticos (que obligados por las circunstancias acaban por caer en la cuenta de la existencia de este tipo de sitios en la red y por ser los consumidores más ávidos de sus contenidos).
Tercero, el conflicto y debate entre políticos y gestores por un lado y vecinos por otro siempre ha sido asimétrico. Los “técnicos” casi siempre han jugado en el campo de los primeros: bien son funcionarios de la propia administración bien son contratados por esos organismos públicos. Por el contrario, las organizaciones ciudadanas no cuentan con recursos que les permitan acceder a este asesoramiento técnico. A esto debemos añadir que en España la información pública (generada con fondos públicos) o no se hace pública (accesible a todos los ciudadanos) o lo hace solo tras ser filtrada y analizada (y por tanto controlada) por una de las partes. Como consecuencia, los debates siempre deben partir de una información técnica “de parte” que se asume indiscutible. Pero, muchos de esos técnicos son tabién vecinos y forman también parte de las organizaciones ciudadanas. Cuando estos profesionales toman conciencia de su doble papel y aportan su conocimiento y experiencia empoderan a sus redes y les permiten entrar en el debate en igualdad de condiciones.
Seguiremos el discreto conflicto de MANZANApicasso para conocer si, al fin, estos elementos de cambio empiezan ya a provocar cambios tangibles en nuestras ciudades.