En ADN.es | Ciudades enredadas sigo analizando proyectos de geografía urbana, pero entendiendo ésta no solo ni principalmente como un instrumento de representación. Me interesan más los usos sociales, analíticos y críticos de las tecnologías de cartografía digital, y el proyecto que comento en Geografía digital crítica me parece especialmente relevante en este sentido.
La irrupción de la cartografía digital para “no expertos”, lo que se ha dado en denominar neogeografía está revolucionando nuestra forma de usar la ciudad y el territorio y de trabajar con la información que tiene un componente espacial (aunque hasta ahora, casi siempre, estuviese oculto para el usuario). Para profundizar en estas cuestiones es recomendable un informe reciente de Andrew Hudson-Smith y Andrew Crooks del University College of London, El Renacimiento de la Información Geográfica (en inglés), donde hace una revisión del estado de la cuestión. Por otra parte, en el Think Tank del Design Center de Adobe se publicó hace unas semanas The invisible city: Design in the age of intelligent maps. En este artículo Kazys Varnelis y Leah Meisterlin, del Network Architecture Lab de la Universidad de Columbia, realizan un análisis crítico del papel de la nueva cartografía digital, que en su opinión ofrece la oportunidad de convertirse en una herramienta de análisis de la realidad urbana y no quedarse solo en una mera representación, en todo caso innovadora y accesible a nuevos usuarios. Su crítica se dirige al conservadurismo con el que se aplican herramientas como Google Maps o Google Earth, donde se vuelcan bases de datos convencionales (que ya existían, pero no sobre un mapa), en lugar de desarrollar nuevas fuentes de información y explorar otras formas de análisis.
Como ejemplo de las nuevas oportunidades que ofrecen estas herramientas aparecen los mapas de criminalidad de muchas ciudades estadounidenses (ya hemos comentado aquí el proyecto Oakland crimespotting). Everyblock es quizás el proyecto más ambicioso de web hiperlocal que incluye entre sus visualizaciones, las bases de datos de delitos en diferentes ciudades norteamericanas (un ejemplo para Nueva York). Pero estos proyectos, siendo enromemente útiles, acaban por caer en las limitaciones que plantean Varnelis y Meisterlin dado que trasladan a mapas la misma información que ya existía en bases de datos “no visuales” y no tratan de explorar otras formas de entender la criminalidad.
El artículo del Adobe Think Tank, por el contrario, nos recuerda un proyecto ya antiguo en “tiempo de Internet” (y anterior a la popularización de la neogeografía) y que, a pesar de que ha alcanzado mucha menos popularidad, si representa una alternativa innovadora al análisis de la información espacial de las ciudades, utilizando precisamente información sobre criminalidad en las ciudades norteamericanas. El Justice Mapping Center, asociado con el Spatial Information Design Lab de la Universidad de Columbia, ha desarrollado una serie de aplicaciones de cartografía digital destinadas al análisis y comunicación de la información judicial y criminal en ciudades estadounidenses.
En lugar de mostrar donde suceden los delitos, su objetivo principal es desentrañar las causas sociales y económicas de los patrones de criminalidad que se observan. Por tanto, su mirada no se dirige tanto al “dónde sucede” si no al “dónde está el origen” (y po tanto más al porqué que al cómo). Algunas de sus visualizaciones más populares son las que han denominado Million Dollar Blocks. En Nueva York, Phoenix, Nueva Orleans y Wichita han mapeado el lugar de residencia de los delincuentes y visualizado la concentración de encarcelados por edificio y el coste que significa para el sistema su mantenimiento en prisión. Para simplificar el mensaje y darle mayor potencia a la comunicación agregan edificios hasta definir manzanas en las que el gasto del mantenimiento en prisión de sus vecinos detenidos alcanza el millón de dólares. Es evidente, a partir del análisis de estos mapas, que la administración de justicia, y en particular el sistema penitenciario, es el que más “gasto público” invierte en esas comunidades (aunque sea para mantener encarcelados a algunos de sus residentes). Además de su web (donde es posible descargarse numerosos documentos sobre este y otros proyectos), The Village Voice publicó el artículo Million-Dollar Blocks: The Neighborhood Costs of America’s Prison Boom (acompañado de una explicación técnica, The Making of the Map).
Los resultados que obtienen son muy claros y puede que obvios para algunos expertos, aunque nunca se habían podido ver de esa forma y no eran accesibles a la mayoría de la población. Por ejemplo, en el caso de Nueva York observan grandes concentraciones de gente que acaba en prisión (y, por tanto, de gasto pentenciario) en algunas zonas muy concretas de la ciudad, en especial en algunas manzanas de Brooklyn. Es evidente que este patrón espacial responde a la estratificación social y económica de la propia sociedad y de las ciudades.
El Justice Mapping Center busca finalmente dos tipos de utilidades a su trabajo. Por una parte, ayudar a identificar los lugares en las ciudades donde se origina la delincuencia (y no donde se acaban produciendo los delitos), y por tanto los espacios donde la acción política y social puede generar mayores beneficios al incidir sobre la “población de riesgo”. Por otra, hacer explítico el argumento de que “la financiación pública puede usarse mejor en programas para esas comunidades que en la encarcelación de sus residentes”. En el fondo este proyecto es una herramienta política que trata de poner en el debate público un tema de enorme trascendencia (unos dos millones de norteamericanos se encuentran en prisión) pero sobre el que existen pocas ideas novedosas.
Desde el punto de vista de los usos de la tecnología, este proyecto pone de manifiesto el potencial de las herramientas de información geográfica para intervenir en la acción política:
Un mapa convincente, ya sea interactivo o estático, puede ser peligroso y provocativo. Puede desafiar las condiciones que muestra y a la ciudad a la que representa. Desafortunadamente, a menudo los resultados de los GIS [sistemas de información geográfica] se presentan de acuerdo con las especificaciones por defecto, dando lagar a resultados burdos y estridentes, el equivalente cartográfico de utilizar las plantillas de PowerPoint para organizar una presentación.
Esto se escribió hace pocos años cuando la cartografía digital era aún un coto reservado a los especialistas en GIS, pero en estos momentos los no especialistas pueden desarrollar proyectos de este tipo … y por desgracia cometer los mismos errores.