En mi opinión la apropiación es el proceso clave para entender el papel trasnformador de la tecnología. Siempre se denuncian las brechas deacceso o uso que impiden que la tecnología sea una agente de cambio social, pero la verdadera brecha se sitúa en estos momentos en la capacidad de apropiación de una parte de la población. Por eso la educación debería enfrentarse al reto de formar ciudadanos capaces de apropiarse de la tecnología. Sobre brechas, apropiación y tecnología he escrito una larga reflexión en Soitu.es | Piel digital, que ha aparecido en dos partes: Brechas digitales: del uso a la apropiación y Apropiación tecnológica y educación.
Brechas digitales: del uso a la apropiación
El concepto de brecha digital, y su compañero cercano “alfabetización digital” (traducción limitada de la “digital literacy”), es tan elusivo como relevante para el presente y futuro de nuestra sociedad. Relevante por que en una sociedad red, que funciona sobre un uso internsivo de la tecnología digital, la “desconexión” significa marginación. Elusivo por que cualquier etiqueta consrtituye una simplificación de una realidad compleja (posiblemente no existan “conectados” y “desconectados” absolutos, sino grados de conexión) y, sobre todo, que cambia rápidamente. Así, las brechas definidas en el pasado casi inmediato pueden ser irrelevantes en el presente, mientras que las nuevas brechas, las que realmente nos van a afectar en el futuro próximo, no están aún catalogadas. Pero, ¿cuál es la importancia de esta clasificación? Solo los problemas que están identificados y definidos son susceptibles de acción política. Esta puede ser la razón por la que, como explicaré aquí, las iniciativas políticas tratan casi siempre de resolver brechas que han dejado de ser relevantes y olvidan totalmente los problemas emergentes.
El 31 de Octubre tuve la oportunidad de participar en la presentación en Sevilla del Espacio-Red de Prácticas y Culturas Digitales, un proyecto de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). En este evento, Francis Pisani, “vecino digital” y director del proyecto de la UNIA, identificó de una forma clara e incisiva las tres grandes brechas digitales a las que se enfrenta, y se ha enfrentado en los úlitmos 15 años, nuestra sociedad:
1. Brecha de acceso. Esta es la fractura que surge en primer lugar, y que separa a aquellos que pueden acceder a las infraestructuras de telecomunicacioes y los que están aislados, físicamente, de las redes digitales. Por supuesto esta brecha tiene un doble origen: la ausencia de infraestructura o el coste demasiado elevado de su uso.
2. Brecha de uso. El tener acceso a una tecnología no implica necesariamente su uso. Es un hecho bien conocido como una vez que la mayor parte de una población, por ejemplo en España, tiene acceso (la infraestructura está disponible y podría permitirse su coste), una proporción importante sigue sin utilizar la oferta tecnológica: o no se conecta o no usa las herramientas e información disponibles. El uso está motivado por la posibilidad de acceso, el interés en ese acceso (que la tecnología le aporte valor al usuario) y la educación que les capacite para usar esas tecnologías.
3. Brecha de apropiación. Una buena parte de los usuarios de Internet y la tecnología digital hacen un uso básico y se sienten en la práctica superados por las herramientas dado que perciben, con razón, que podrían hacer usos más sofisticados y valiosos. La tecnología solo genera cambios cualitativos y radicales cuando los usuarios no solo la “usan” sino cuando se apropian de ella y le dan usos inesperados y por tanto innovadores y creativos.
El impacto de los medios sociales, que se desarrollan con las herramientas de la web 2.0, son un buen ejemplo. Así los blogs que se limitan a replicar el modelo de los medios de comunicación no aportan casi nada nuevo. Por el contrario Wikipedia, los blogs de mayor influencia o popularidad que han desarrollado nuevas narrativas o procesos creativos y comunicativos, o la remezcla de contenidos son los modelos que han generado mayor impacto y, de hecho, han acabado por transformar los medios tradicionales.
El usuario que no se ha apropiado de la tecnología se siente “extraño”, de un modo similar a lo que sucede cuando alguien se debe comunicar en una lengua que no es la materna. Pero, tanto en la lengua como en la tecnología no existen usuarios que per se sean o no avanzados (o sea que hayan sido capaces de apropiarse de las herramientas). La experiencia y el aprendizaje son las que permiten a la gente apropiarse de la tecnología. Ser nativo, en ambos casos, proporciona ventajas evidentes pero las clasificaciones demográficas son excesivamente limitadas. En este sentido, conceptos como los de nativos e inmigrantes digitales adquieren un nuevo significado. No son categorías estancas, demográficas o sociales, son fases de un proceso de aprendizaje y desarrollo personal.
Cada una de estas brechas pueden entenderse como procesos dinámicos que van cambiando en el espacio y en el tiempo. Así la brecha de acceso tiende a reducirse con el tiempo a la vez que van conectándose nuevas regiones geográficas y espacios urbanos. De este modo, esta brecha que era realmente relevante en España hace unos pocos años puede considerarse en estos momentos resuelta en buena parte de nuestra geografía. Aún así, persiste la brecha de acceso en algunos enclaves geográficos, como muchas zonas rurales, para algunos sectores sociales (fundamentalmente por el coste del acceso) y surgen nuevas brechas derivadas asociadas a accesos a determinados servicios (ADSL, cable, 3G …). En estos momentos los verdaderos desafíos se sitúan en la superación de la brecha de uso y, especialmente la de la apropiación. En el próximo post analizaremos la naturaleza de estos procesos y las estrategias para superar las barreras existentes.
Apropiación tecnológica y educación
En estos momentos los verdaderos desafíos para la superación de las brechas digitales se centran en el uso y la apropiación de la tecnología y sus servicios asociados. Para entender mejor ambos procesos es conveniente acudir de nuevo a Francis Pisani y en concreto a un artículo que presentó junto con François Bar (blog), y Matthew Weber en 2007 al Seminario sobre Desarrollo Económico, Desarrollo Social y Comunicaciones Móviles en América Latina, celebrado en Buenos Aires. El estudio, Mobile technology appropriation in a distant mirror: baroque infiltration, creolization and cannibalism (pdf), motivó también un Annenberg Research Seminar on International Communication, del que está disponible una presentación y video, y ha sido comentado por Nicholas Nova. Bar, Pisani y Matthew han analizado un caso específico de mecanismos de apropiación, en el caso de los dispositivos y los servicios de telefonia móvil en Latinoamérica.
Utilizando una analogía con el proceso histórico de apropiación cultural que ha sucedido en Latinoamérica, los autores identifican tres fases de apropiación. La barroquización es el modo más basico consistente en la personalización de los dospositivos. En el caso de los teléfonos móviles, la barroquización, bien conocida también en España, incluye el cabio del tono, del fondo de pantalla, la programación de atajos para números frecuentes, la instalación de juegos, la subida de videos o fotos … La “criollización” y el canibalismo son ya transformaciones mucho más profundas y radicales en la relación que el usuario pasa a tener con la tecnología. En el caso de la “criollización” el usuario recombina o reprograma elementos de la tecnología. Así, los usuarios exploran nuevos modos de adaptación de las tecnologías a usos diferentes a los que fueron ideados inciialmente por los diseñadores o los proveedores de servicios. El canibalismo es un caso de “apropiación extrema” dado que el usaurio entra en conflicto directo con los proveedores (o al menos con la relación de poder que está incorporada en la tecnología). La canibalización se hace a través de modificaciones del dispostivo que colocan al usuario en directa oposición al modelo de negocio del proveedor y que puede implicar en ocasiones la destrucción del propio dispositivo. El estudio es extremadamente interesante para conocer el caso específico de la telefonía móvil pero también identifica claramente los tres modelos básicos de apropiación tecnológica (y de los servicios tecnológicos) que pueden ser aplicados en otros muchos contextos relacionados o no con las tecnologías de la información.
La barroquización supone una apropiación un tanto banal pero al tiempo constituye un campo de pruebas en el que usuario experimenta con la manipulación de la tecnología y por tanto puede ser útil como método de aprendizaje. Mientras, tanto el canibalismo, que surgirá cuando la oferta de servicio entra en conflicto con las necesidades de los usuarios, como la criollización suponen cambios radicales y transformadores en el uso de la tecnología. Solo cuando se dan estos procesos, la tecnología facilita cambios sociales, culturales o económicos realmente relevantes.
¿Cómo provocar la apropiación de la tecnología por los ciudadanos? Es evidente que superar las brechas de acceso y uso son condiciones previas necesarias pero no suficientes. Desde el punto de vista de los diseñadores y proveedores de tecnología serían claves los diseños abiertos y modulares de hardware y software, los usos flexibles de la propiedad intelectual y la aplicación de modelos de innovacón abierta que inviten a los usuarios a participar en el proceso de diseño y mejora de tecbnologías y servicios. Pero además es necesario una aproximación a la educación que, en lugar de considerar a los estudiantes como receptores de conocimiento, los transforme en actores activos y creativos con una actitud proactiva hacia los procesos de apropiación. En lo que respecta a la educación en medios sociales para lograr competencias digitales, Tíscar Lara ha publicado un excelente análisis comparativo del enfoque tecnológico respecto al enfoque comunicativo y social, ¿Nativos digitales? = ¿competentes digitales?, donde desmonta el mito del nativo digital como usuario capaz de apropiarse de la web 2.0:
Numerosos estudios demuestran su facilidad para manejar tecnologías y dispositivos, pero al mismo tiempo expresan cierta dificultad para gestionar información de diversa naturaleza, así como para tener experiencias más satisfactorias en torno a conceptos como credibilidad, identidad y privacidad. Ahí es donde, de una manera específica y sistemática, la educación formal puede colaborar introduciendo destrezas de competencia digital que ayuden a los jóvenes a generar sentido del entorno tecnosocial en el que viven.
La competencia digital se refiere a la capacidad de comprensión y expresión a través del uso analítico, productivo y creativo de las tecnologías de la información y la comunicación digitales. En los últimos años, el enfoque de los estudios y discursos sobre Alfabetización Digital parecen estar trasladando el peso desde lo tecnológico hacia lo comunicativo, en un proceso paralelo al que está experimentado también la propia evolución de la Red y sus usos por parte de los usuarios.
El enfoque tecnológico se dirige al uso de las tecnologías, pero solo la aproximación comunicativa permite que suceda la apropiación, y para estos objetivos Tíscar Lara desarrolla una propuesta sobre el papel de las instituciones educativas basada en el paradigma constructivista, el aprender haciendo, la experimentación continua, y el trabajo basado en tres principios:
1. Reutilizar. Localizar, filtrar y sintetizar conocimiento ya producido y distribuido en la Red. Aprender a citar y reconocer el valor del trabajo de los otros en su participación a la cultura común.
2. Reinterpretar, reconstruir, renovar, reciclar, recuperar, etc. Reconstruir discursos propios a partir del conocimiento distribuido. Avanzar en nuevas interpretaciones y puntos de vista.
3. Devolver, compartir. Publicar y divulgar los pensamientos y obras propias, compartir el conocimiento generado y ponerlo en diálogo con el resto de voces de la Red.