En el libro Piensa Madrid / Think Madrid recientemente editado por de La Casa Encendida y coordinado por Ariadna Cantís y Andrés Jaque (post anunciando la presentación del libro) aparece mi capítulo "Cultura digital en la ciudad contemporánea: nuevas identidades, nuevos espacios públicos" donde sintetizo muchos de los temas que he tratado en este blog y otros lugares en los últimos meses. La versión pdf de mi capítulo está disponible en español y en inglés. También podéis consultar a continuación la presentación original que utilicé en Octubre de 2008 y el texto completo del capítulo.
Cultura digital en la ciudad contemporánea: nuevas identidades, nuevos espacios públicos
0. RESUMEN
La diferenciación entre espacios y comunidades físicas y virtuales está ya superada. Asistimos a un proceso de hibridación que modifica nuestras identidades individuales, comunitarias y territoriales. Internet ha facilitado el desarrollo de redes globales, pero paradójicamente se ha reconocido menos su influencia en los entornos locales. Sin embargo las tecnologías digitales modifican radicalmente la forma en que nos relacionamos y organizamos en nuestro entorno de modo que vivimos ya en territorios en que lo digital es tan relevante como lo físico. Las redes hiperlocales y los espacios públicos híbridos son las nuevas realidades a las que nos enfrentamos con la irrupción de Internet y la cultura digital en el entorno local.
1. INTERNET LOCAL
“El futuro ya está aquí, aunque mal distribuido” (William Gibson)
La visión más popular identifica a las tecnologías de la información en general, y a Internet en particular, como la razón de la reducción drástica de las barreras geográficas de modo que ahora las personas pueden comunicarse y colaborar globalmente, independientemente de la distancia física que los separa. Aunque esta es una realidad incontestable, también es cierto que el mundo no se ha hecho más “plano” y la actividad económica y la población sigue estando enormente concentrada a nivel mundial. Las ciudades, como concentradores y motores, son la principal razón de esta aparente paradoja.
Pero además de su efecto global, Internet está teniendo un enorme impacto “local” (entendido a diferentes escalas: nacional, regional, urbana …) pero es este un efecto que ha recibido menos atención de la opinión pública. De este modo el desarrollo de esta “Internet local”, entendida como usos locales más que como tecnologías específicas, ha sido mucho más silencioso pero ha acabado por incorporarse en las prácticas habituales de la vida cotidiana de buena parte de la población que, sin embargo no identifica a Internet como un elemento clave de su vida local.
Presentaré a continuación una colección de ejemplos, muy diferentes entre ellos, de ámbitos sociales, económicos o culturales en los que Internet ha modificado radicalmente la forma en que las personas se organizan, comunican y trabajan a nivel “local”. Existen muchos otros, pero estos nos servirán para ilustrar como esta “Internet local” es mucho más importante en nuestras vidas de lo que tendemos a reconocer. Además, la mayor parte de estos casos han sucedido con las tecnologías “convencionales”, sin necesidad de nuevos desarrollos, como los que se engloban bajo una jerga diversa y extraordinariamente ambigua (con conceptos como computación ubícua, read-write urbanism, locative media o “Internet de las cosas”, entre otros). Estas tecnologías están en gran medida orientadas específicamente a entornos locales generando realidades híbridas, fruto de la integración de procesos y elementos analógicos y digitales.
La economía y la organización de la actividad empresarial
– Eficiencia en las transacciones comerciales: La banca en Internet es posiblemente una de las mayores revoluciones que hemos sufrido en nuestra vida cotidiana. Es un cambio que se ha centrado hasta ahora casi exclusivamente en las transacciones y relaciones comerciales y que por tanto suscita escaso interés desde la perspectiva cultural, pero ha alterado los balances de tiempo y las relaciones que establecemos con un elemento eminentemente local como es la sucursal bancaria. Por el contrario, aplicaciones que requieren desarrollos específicos, por ejemplo mediante información geolocalizada, han tenido menor impacto hasta el momento. Un buen ejemplo es la integración de Internet en la gestión del transporte público, aunque existen algunas experiencias pioneras prometedoras como la aplicación de sistemas de información abiertos para el transporte público en Helsinki.
– Redes locales y cultura empresarial. Más allá de la eficiencia, en la economía participan muchos elementos intangibles. Las relaciones sociales son uno de ellos y las empresas necesitan trabajar dentro de un ecosistema de relaciones con otos actores que funciona tanto a nivel local como global. El efecto de la tecnología facilitando la gestión y las operaciones sin necesidad de concentración geográfica es claro, pero al mismo tiempo existen evidencias de que la concentración espacial sigue proporcionando ventajas competitivas.
John Hagel ha analizado en profundidad [1] la importancia del espacio en la economía del conocimiento digital, aparentemente, "liberada" de las restricciones de lo local y organizada con uma dinámica global, utilizando el caso de los microclusters de empresas de tecnología en Silicon Valley y en la bahía de San Francisco. Por ejemplo, las empresas dedicadas a la web 2.0 se concentran en algunos barrios de San Francisco,lo que indica que los efectos locales tienen lugar incluso a escalas menores que las de una ciudad. Este caso es especialmente relevante por que demuestra como una industria claramente global y liberada de las restricciones que provoca trabajar con productos físicos sigue concentrando buena parte de su actividad empresarial ya no en una ciudad sino en algunos barrios. Al tiempo, en este caso se observa claramente como la relación entre Internet, redes digitales, y lo local, redes físicas, opera en ambos sentidos. Estas empresas, que obviamente utilizan intensamente Internet y las tecnologías de la información (como herramientas, como modelo de negocio y como cultura organizativa), muestran que el espacio físico sigue siendo relevante y que ambos espacios, físicos y digitales, son dos partes de una misma realidad.
En el mismo sentido resulta también interesante la explicación de la paradoja del declive de Cleveland [2] como constatación de la importancia de las redes locales (que se generan en parte gracias a la tecnología digital) en la vitalidad económica. Esta ciudad del interior de EEUU sufre en los últimos años un declive industrial a pesar de que cuenta con “stocks” (empresas, infraestructura, universidades, una fuerza de trabajo bien formada …) similares a los que podríamos encontrar en Silicon Valley. La ciudad de Ohio cuenta con una sociedad y un sistema económico con una estructura bastante jerárquica y escasamente conectada en red. Por el contrario, como ya decíamos más arriba, Silicon Valley presenta tupidas redes locales que conectan a los diferentes actores económicos más allá de su estatus. La diferencia es abismal: mientras Cleveland no es capaz de revertir su declive, la región californiana es una de las más activas e innovadoras del mundo.
Los movimientos ciudadanos
– Participación ciudadana. Existe un elevado interés político por lo que se denomina “participación ciudadana”. Pero las iniciativas que surgen desde las administraciones públicas rara vez pasan de ser instrumentos de información y de ratificación de proyectos que han sido ya completamente diseñados sin contar con la opinión de los ciudadanos. Por otra parte, existe en muchas ocasiones un fuerte descontento con las organizaciones oficiales de representación ciudadana en las ciudades, como las asociaciones de vecinos, que al menos en España en muchos casos se han burocratizado y hecho excesivamente jerárquicas y próximas al poder político.
Como ejemplo básico de como los medios sociales, y en particular los blogs, rompen barreras en la comunicación y organización social está el caso de los “blogs de barrios” de la ciudad de A Coruña [3]. Son iniciativas diversas que tienen en común su vocación de informar sobre la realidad más local y que solo en algunos casos son gestionados por la asociaciones de vecinos. Algunos de ellos han sabido integrar servicios tecnológicos (foros, galerías fotográficas, redes sociales …) construyendo una comunidad alrededor de esta plataforma. Estos blogs, que surgen continuamente en diferentes ciudades, pueden contribuir a cambiar una dinámica de poca participación (al menos por una parte de los vecinos) al dar voz (de una forma barata y fácil) a gente que hasta hace poco no tenía canales de comunicación (ni de presión a los políticos locales).
– Activismo ciudadano. Internet y especialmente las herramientas de la web 2.0 facilitan el desarrollo de acciones urbanas de todo tipo, desde denuncias a generación colaborativa de información y conocimiento sobre la ciudad o la mejora de los espacios públicos. El activismo ciudadano combina la acción en las calles con el uso de Internet como plataforma de organización y difusión con lo que logra relevancia y generar un debate público sobre problemas que habitualmente los gobiernos locales no saben o desean publicitar o debatir con sus ciudadanos [4].
– Respuesta ciudadana a las catástrofes. Las grandes catástrofes que se han sucedido en los últimos años a lo largo del planeta han dado lugar a un fenómeno emergente en que los ciudadanos locales y otros de diferentes partes del mundo que desean colaborar en la solución del problema construyen plataformas digitales para gestionar la información (generada por los propios usuarios) sobre la evolución del problema o para organizar la ayuda. John Robb señalaba [5] a finales de 2007 dos plataformas lanzadas por una emisora local de radio y televisión, basadas en Twitter y Google Maps, desde las que se organizó una respuesta ciudadana rápida para informar sobre el desarrollo y amenanza de los incendios que asolaron California ese año.
La acción política
El desarrollo en Internet de la campaña electoral de Barack Obama en las primarias y presidenciales estadounidenses, conocida como la triple “o” (“Obama Online Operation”), ha sido espectacular y un éxito rotundo [6]. Es difícil entender el éxito de Obama sin la ayuda que ha significado Internet. En poco más de un año han logrado cohesionar un equipo fuerte y una extensa red de contenidos y activistas organizados en la plataforma BarackObama.com. Para ello han seguido en buena medida el modelo de start-up tecnológica y, en concreto, se han apoyado en las herramientas, cultura y estrategias de la web 2.0.
En comparación con lo sucedido en 2004, cuando Howard Dean alcanzó también un cierto éxito gracias al uso de Internet para la comuncación y recaudación de fondos, en estas elecciones la estrategia digital se orienta hacia el activismo social a favor del candidato. Así, la campaña de Obama tiene tres pilares básicos: 1) las redes sociales siendo MyBarackObama.com su centro de operaciones digital que cuenta con unos 2 millones de usuarios registrados (“amigos” siguiendo la jerga propia de los servicios de redes sociales en Internet); 2) la mensajería mediante telefonía móvil (SMS); y 3) las bases de datos, alimentadas a partir de la información suministrada por los usuarios en las redes sociales y los SMS.
Estos tres pilares de la estrategia digital tienen por objetivo final desarrollar organizaciones locales y descentralizadas que se encarguen de la comunicación, casi viral, de los mensajes y de las acciones específicas. Estas organizaciones surgen y se dinamizan sobre la marcha y cuentan con un alto grado de autonomía de acción. Por tanto, el equipo de campaña asume en este proceso un nivel de incertidumbre elevado, algo poco habitual en la política donde se tiende a tratar de controlar de modo estricto todos los mensajes y acciones que forman parte de una campaña. De nuevo la “Internet local” se convierte en fundamental incluso en unas elecciones que abarcan a un país como EEUU y donde los asuntos de debate exceden casi siempre los ámbitos más cercanos.
En otras ocasiones Internet ha permitido organizar respuestas ciudadanas a conflictos políticos como sucedió con la “revolución naranja” en Ucrania o con la más reciente “revolución azafrán” en Birmania. En el primer caso, los manifestantes lograron su objetivo final mientras que en el segundo, a pesar de que el conflicto llego a atraer la atención mundial, el gobierno militar acabó por cerrar Internet al exterior y extinguir violentamente las protestas.
La cultura
Finalmente Internet y las prácticas digitales colaborativas propias de la web 2.0 permiten desarrollar comunidades que comparten intereses culturales y que pueden afrontar proyectos creativos sin necesidad de situarse bajo un paraguas institucional. Cordobapedia [7] es un buen ejemplo de un proyecto de creación colaborativa de conocimiento local que nació de una iniciativa privada y fue posteriormente asumido por las instituciones públicas. El proyecto impulsado por Afredo Romeo, como su primer proyecto de locapedia, ha generado una base de contenidos textuales y audiovisuales de la ciudad y provincia de Córdoba (más de 8000 artículos en menos de 3 años). El éxito de este proyecto ha motivado su extensión como Wikanda que desarrolla locapedias para todas las provincias andaluzas. A pesar del apoyo institucional siguen siendo proyectos desarrollados por comunidades locales.
Del mismo modo, resulta sorprendente el desarrollo experimentado por la música brasileña cuando el negocio discográfico está en una crisis sin precedentes [8]. A pesar de que la industria discográfica tradicional ha abandonado en la práctica el mercado brasileño, de más de 180 millones de personas, Internet, la economía de la gratuidad y la cultura de colaboración han permitido el desarrollo de una vibrante comunidad musical local que explota la red como canal de comunicación y distribución y como modelo de negocio. Estos son algunos ejemplos de estas nuevas estrategias, en gran medida locales y digitales, que han alcanzado el éxito en Brasil. Trama Virtual distribuye la producción de más de 50,000 artistas (como los ya famosos Cansei de Ser Sexy) que ofrecen su música de manera gratuita y son remunerados por medio de la publicidad. El éxito local ha acabado por tener repercusión internacional como lo demuestra la populariazación de la música electrónica denominada Baile Funk procedente de Rio de Janeiro, con bandas locales como Bonde do Role.
Quizás el caso más impactante sea el del Tecnobrega desde el estado de Pará [9]. Según J.L. de Vicente: “cada año se editan más de cuatrocientos CDs y 100 DVDs de esta clase de música. Pero ninguno llega a las tiendas de discos; los productores han preferido alcanzar acuerdos con las redes de "manteros" que venden copias ilegales de los grandes lanzamientos internacionales. Los músicos les ceden sus discos gratuitamente y permiten que se quedan con el precio integro de la venta. A cambio, los vendedores se convierten en la red de promoción de estos artistas, que luego recuperan con creces la inversión actuando en grandes fiestas soundsystem en las que llegan a juntarse hasta 15.000 personas”.
2. CO-EVOLUCIÓN DE LA TECNOLOGÍA Y LAS PRÁCTICAS. HACIA LAS IDENTIDADES HÍBRIDAS
“I link, therefore I am” (William J. Mitchell)
La evolución de las prácticas culturales, sociales y económicas que se describen antes y representan un fuerte impacto de la tecnología digital en el ámbito local y, especialmente, en los espacios urbanos. Pero las características de estas prácticas también indican claramente como en muchas ocasiones suceden sin que se hayan desarrollado tecnolgías (dispositivos, software, servicios ...) especialmente diseñados para ese tipo de usos. Por tanto, más que un proceso determinista en que la tecnología moldea los usos asistimos a un proceso de co-evolución compleja y bidireccional entre tecnología y cultura [10]. En este proceso podemos ya identificar algunas tendencias relevantes que nos señalan el entorno tecnosocial en que nos moveremos, o en el que ya nos movemos, en un futuro próximo.
Por una parte, en los últimos años los dispositivos móviles han experimentado un espectacular desarrollo. Asistimos en estos momentos a un doble proceso: por una parte la diversificación de utilidades (y por tanto de usos) que permiten a los usuarios consumir y crear información digital desde la calle (fotografía, video, textos ...) así como mantener una comunicación continua con sus redes sociales. Pero al tiempo, se está produciendo una convergencia de dispositivos (ordenadores, teléfonos, reproductores de música, cámaras de fotos ....), de aplicaciones (software, servicios web) y de redes (telefonía y datos).
Por otra parte, la extensión de la banda ancha y de sus versiones móviles (desde las redes wifi a la telefonía móvil 3G) permite a los usuarios estar “siempre conectados”. Mientras este nuevo entorno resulta extraño a la mayor parte de la población, aquella que ha pasado una parte de su vida sin conocer Internet o con accesos limitados, surge ahora un nuevo grupo demográfico, que diferentes autores situan en las décadas de 1980 o 1990, para los que la tecnología digital es ya una parte esencial de sus vidas. Estos colectivos han recibido diversos nombres (Generación Y, Millennials, nativos digitales, ....), pero representan una transición cultural brusca que representa una fuerte brecha con buena parte de los miembros las generaciones más viejas.
Incluso aquellos usuarios más adeversos a la tecnología usan cada vez de modo más intenso Internet y otras tecnologías de la comunicación (como la telefonía móvil) y buena parte de esos usos presentan un componente local. A pesar de la explosión de dispositivos, su introducción en la vida cotidiana, su ubicuidad y la miniaturización hace ue en la práctica la tecnología tienda a la invisibilidad.
En conjunto la actividad digital se traslada en gran medida de los hogares y las oficinas, donde el usuario consumía y producía información sentado ante y ordenador personal, a las calles y los espacios públicos donde el usuario despliega una doble actividad social y cognitiva: en el espacio físico y en las redes digitales.
Los procesos de cambio tecnológico y cultural que hemos comentado provocan en conjunto una modificación de la propia naturaleza de nuestras identidades individuales y colectivas. Así empieza a ser habitual, al menos en una parte de la población, que la producción y participación digital de una persona se vaya distribuyendo en diversos medios y espacios en Internet (desde blogs y wikis a servicios de redes sociales o herramientas de mensajería y/o microblogging, por citar solo algunos ejemplos). En todo caso, y por lo que nos interesa en este texto, buena parte de estas actividades digitales presentan un componente local más o menos acusado.
La proliferación de modalidades de comunicación digital ha provocado, al menos en una primera fase, una fragmentación de la identidad (o de su representación mediática) y un incremento en las dificultades de su gestión [11]. Este proceso de fragmentación, o distribución, es quizás inevitable y propio de la evolución de Internet. Este proceso puede considerarse la suma de la propia digitalización de nuestra vida cotidiana, que irremediablemente provoca un aumento de la complejidad y la diversidad, pero también de un proceso de innovación y competencia comercial propio de un sector emergente. La web 2.0 ha abierto la oportunidad de construir redes descentralizadas o distribuidas de usuarios creativos, y ese es el principal valor que defienden sus partidarios. Pero, el proceso de fragmentación individual opera en paralelo. Puede que los peligros que presentan las paradojas del control que pueden aparecer en la web 2.0 se vean contrarrestados por esta redefinición de la presencia de los usuarios en la red. Su fragmentación puede hacerlos más flexibles y difíciles de controlar.
3. ESPACIOS PÚBLICOS HÍBRIDOS [12]
Las transformaciones que sufre nuestra vida y comportamiento en los espacios urbanos nos lleva a preguntarnos por los propios espacios públicos, que se han visto considerablemente afectados en las últimas décadas por los múltiples cambios operados en nuestras ciudades. Los espacios públicos “analógicos” con los que aún convivimos en nuestras ciudades son herencia del modernismo del siglo 19. Fueron diseñados de modo centralizado por una élite que se preocupa por el bienestar del resto de la población, y este modelo parece estar en declive en nuestras ciudades.
La frecuente congestión de nuestras calles provocada por el tráfico de vehículos sería un buen ejemplo de la tragedia de los comunes [13] que afecta a nuestras ciudades. El uso agregado de las vías de comunicación resulta excesivo, como resultado de la suma de decisiones individuales, y provoca la congestión y, como consecuencia la devaluación de los espacios públicos. Por otra parte, en la mayor parte de las ocasiones los espacios públicos son diseñados “de arriba a abajo”, por profesionales y expertos y sin la participación activa de los ciudadanos. En muchos de estos casos, los espacios resultantes no cumplen los requisitos ni cubren las necesidades de los usuarios resultando en un escaso uso. Por ejemplo, en ocasiones los excesos de regulaciones, una forma de tragedia de los anti-comunes [14], dificulta enormemente los usos efectivos.
En la segunda mitad del siglo 20 surgen los espacios “post-modernistas” como respuesta a la obsolescencia de los espacios modernistas que describíamos antes. Los centros comerciales son la culminación de este modelo, y constituyen lo que muchos han considerado como el simulacro de la ciudad, reflejo de la sociedad del espectáculo. Se ha culpabilizado de este proceso a la privatización de los espacios públicos que serían víctimas de una forma de capitalismo en que los mercados se entienden como estrategias de ocupación del poder por parte de grupos de presión. Pero existen explicaciones que tratan de ir más allá del victimismo y que buscan las causas últimas en el deterioro o escasa utilidad [15] de los espacios públicos tradicionales, lo que ha provocado su reemplazamiento en las últimas décadas por alternativas de espacios de uso público y gestión e iniciativa privada. Un caso claro es el éxito de los centros comerciales. Estos nuevos promotores privados, al contrario que los gestores y “diseñadores” de los espacios públicos, aportan funcionalidad y han logrado gestionar eficazmente la realidad posmoderna ligada a la sociedad del espectáculo y a los mecanismos de presión política.
Los espacios públicos tradicionales se han convertido en lo que el antropólogo Marc Augé denomina "no lugares" o el arquitecto Rem Koolhaas “espacio basura” [16]. Los espacios privados de uso público se desplazan a la periferia y los espacios típicamente urbanos pasan a ser empleados como “no lugares” de paso, sin otro uso inmediato. En esta transformación las interacciones sociales se diluyen o simplemente desaparecen. De este modo el capital social se reduce a lo que sucede en los círculos familiares o en los centros comerciales [17]. Si trasladásemos este proceso a Internet podríamos pensar en redes dominadas casi exclusivamente por sitios web comerciales dirigidos a consumidores. Del mismo modo, los espacios privatizados están diseñados con un fin utilitarista y particular y por tanto tienden a reducir las opciones de los usuarios. Son una solución a la ausencia de espacios públicos realmente útiles, pero no son un sustituto completo.
A pesar de todo lo anterior, los espacios públicos, aún devaluados, siguen jugando un papel relevante. Basta observar lo que sucede con los centros de las ciudades cuando algún evento (como una gran cumbre política) provoca el “cierre” de los espacios públicos por razones de seguridad. Las ciudades, entendidas como procesos sociales, desaparecen en gran medida [18]. Podríamos considerar estos eventos como experimentos de ingeniería inversa que nos permiten descubrir el valor de los espacios públicos a los que no se suele prestar excesiva atención.
Es habitual culpabilizar a la propia privatización y al sistema económico capitalista de los males de los esapcios públicos. Estos argumentos constituyen en realidad una simplificación al igualar mercados con modelos de capitalismo oligáricos, estatistas o burocráticos [19]. Buena parte de la gestión de los espacios públicos no responde en realidad a sistemas de mercado. Por el contrario, cuando los mercados funcionan realmente actúan como sistemas de agreagación de información, debate, deliberación y toma de decisiones por parte de los ciudadanos [20]. Por supuesto este proceso requiere que no existan barreras de acceso de modo que todos los participantes pueden acceder libremente a la información. Los sistemas de mercado pueden jugar un papel relevante en la revitalización de los espacios públicos. En este sentido, Internet se convierte en un elemento clave dado que puede permitir eliminar las barreras de acceso.
Por tanto, en primer lugar debemos reconsiderar nuestra definición de espacio público para incorporar la idea de capacidad de auto-organización y añadir a la gestión pública (por parte de los poderes públicos) la de los mercados y de las comunidades de usuarios. Un espacio público no es el resultado de un diseño y unas reglas definidas de los poderes públicos; requiere una cierta capacidad de auto-gestión (que podrñiamos considerar una forma de inteligencia colectiva que surge por efecto de los mecanismso de mercado y comunitarios). Por tanto, los espacios públios necesitan combinar iniciativas públicas, privadas y comunitarias.
En este modelo de espacio público revitalizado falta un elemento fundamental en una sociedad red que vive inmersa en la cultura digital. Internet no puede permanecer por más tiempo al margen de los espacios públicos. Además, Internet (diseñado para ser abierto y generativo) responde al mismo modelo de gestión y organización que definimos para los espacios urbanos. Si incorporamos lo digital a nuestra visión del espacio urbano, comprenderemos que vivimos ya (como proponí en la primera parte de este texto) en espacios híbridos (físicos y digitales al tiempo) y multidimensionales, que podríamos denominar “hiper-realistas” (por el papel central que pasa a jugar el “hiperenlace”), donde se desarrolla la interacción social. Los espacios públicos híbridos de la sociedad red configuran un nuevo procomún, que se constituye como el escenario de creación social e individual que depende cada vez más del diseño de intangibles, de modelos de conocimiento abierto y del empoderamiento ciudadano.
La reinvención de los espacios públicos precisa de una nueva responsabilidad y acción política individual y colectiva, de un manejo adecuado de los mercados, como mecanismos auto-organizados de interacción y toma de decisiones, y, por último, de una nueva visión del funcionamiento de nuestras sociedades. En este nuevo escenario, adquieren especial relevancia en el urbanismo y el diseño de espacios públicos tres elementos novedosos:
- el diseño de intangibles (un nuevo papel para la arquitectura y el diseño urbano),
- modelos de conocimiento abierto (que enfrenten la cuestión de la propiedad intelectual) y faciliten el acceso y uso efectivo de la información, y
- el empoderamiento ciudadano que permita su participación activa en la creación del espacio público e incluya la necesidad de superar las brechas digitales que van más allá de la cuestión del acceso y deben afrontar el uso y la apropiación de la tecnología [21].
4. LOS TRES PELIGROS DIGITALES DE LOS NUEVOS ESPACIOS PÚBLICOS
En la Sociedad Red las ciudades y las sociedades creativas e innovadoras son el resultado de este doble proceso de creación de una Internet abierta y de espacios híbridos, que no está predeterminado ni es necesariamente irreversible. Existen futuros urbanos alternativos donde caben desde las ciudades ferales, a una estricta planificación urbana y territorial que aborte la creatividad, o el modelo de centro comercial extendido. Podríamos identificar tres peligros emergentes que surgen como consecuencia posible del desarrollo de la tecnología alejada del control ciudadano.
La vigilancia contínua y ubícua
El despliegue de tecnología de vigilancia y monitorización de personas en los espacios urbanos (cámaras de video, sistemas de posicionamiento ...) suponen un peligro cuando se sitúan bajo control privado o de las autoridades públicas y no pueden ser controladas por los ciudadanos. Como propone el geógrafo Stephen Grahan [22]: “The real architectures of control, already, are algorithms, software, databases and microelectronic tracking systems, satellites and sensors, linked intimately to physical spaces, infrastructures, and bodies, rather than the obvious architectonic brute force of walls and ramparts”.
El modelo “Facebook” de los nuevos espacios privados
Los servicios de redes sociales, como Facebook o MySpace, permiten hasta cierto punto un control conjunto de contenidos y usuarios [23]. Estos modelos tienen evidentes ventajas para ciertos usos pero también incorporan peligros si los trasladamos a la gestión de los espacios urbanos. Así empiezan a surgir tecnologías y servicios que permiten crear “espacios públicos digitales” en comunidades de propietarios o espacios urbanos. Son capas de información digital sobre el espacio físico que está controlada de modo estricto y en las que su propietario o gestor puede decidir que usos puede realizar otro usuario (por ejemplo, quien puede publicar información o que usos se le pueden dar a los datos). La extensión de este modelo digital de espacio público sería equivalente al modelo de centro comercial como espacio privado de uso público, con las ventajas e inconvenientes que comentábamos antes.
Spam urbano
El spam es uno de los principales problemas que plantea la propia naturaleza abierta de Internet. Las ventajas de las bajas barreras de entrada y el rápido y fácil acceso a los usuarios hace que el correo electrónico y la propia web en todas sus formas (blogs, foros, …) se conviertan en campo de operaciones del spam digital.
En paralelo, la arquitectura, o al menos alguna de sus especializaciones, lleva camino de convertise en una forma de diseño de interfaces. Las fachadas se convierten en pantallas en las que fluye de modo continuo información a la que pueden acceder los usuarios de la ciudad. Pero al igual que la ubicuidad de Internet hace extremadamente sencillo que el spam llegue a los usuarios (otra cuestión es que sea efectivo), la ubicuidad de las pantallas digitales en edificios y espacios públicos las convierte en una oportunidad para el desarrollo de una nueva forma de basura: el spam urbano.
El uso de los edificios como pantallas ha sido abordado hasta el momento por arquitectos y diseñadores con ánimo experimental y por artistas que utilizan la piel urbana como otro “new media”. Pero la evolución tecnológica está pasando de los usos experimentales y artísticos a otros en que las fachadas y otras pantallas urbanas funcionan como interfaz rutinario para la visualización de información destinada a usuarios convencionales y, por tanto, potencialmente como medio para la publicidad o para ofrecer información intrusiva y no deseada. En resumen una nueva formna de spam que no deja de ser digital aunque abandone las pantallas de nuestros ordenadores. Las ciudades podrían acabar por convertirse en pastiches llenos de los equivalentes a los banners en flash o los pop-ups. Si estos son ya suficientemente incómodos en las pantallas de nuestros dispositivos personales, su extensión a los espacios públicos podría ser extraordinariamente perverso.
NOTAS
[1] Fractal Spikes and Global Competition. The New York Times, 20 Diciembre 2007. Silicon Valley Shaped by Technology and Traffic.
[2] http://www.networkweaving.com/blog/2007/12/perplexing-economy.html
[3] Pueden seguirse en estos tres sitios: http://beliscospequenos.blogspot.com/2007/03/os-vecios-na-rede-teen-moito-que-contar.html, http://delicious.com/amaneiro/blogs+barrios, http://www.corublogs.org/
[4] Pueden consultarse numerosos ejemplos en: http://www.adn.es/blog/ciudades_enredadas/
[5] http://globalguerrillas.typepad.com/globalguerrillas/2007/10/journal-platfor.html
[6] Juan Freire (2008). Influencia de Internet en las elecciones en EEUU. Cuadernos de Periodistas, Asociación de la Prensa de Madrid, número 15 (pdf)
[7] http://www.cordobapedia.org/, http://www.aromeo.net/category/locapedias/, http://www.wikanda.es/wiki/Portada
[8] José Luis de Vicente, en ADN.es. La cultura después de la piratería.
[9] en se puede consultar un análisis de su modelo de negocio.
[10] Adam Greenfield (23006). Everyware: The Dawning Age of Ubiquitous Computing. New Riders Publishing.
Daniel Hill, en City of Sound. The street as platform.
[11] Freire J (2008). Redes sociales: ¿modelos organizativos o servicios digitales? El Profesional de la Información 17(6):585-589
[12] Este texto está adaptado de una conferencia que tuvo lugar en el Medialab Prado en Noviembre de 2007 y que Regine Débatty resumió en: http://www.we-make-money-not-art.com/archives/2008/05/juan-freire.php
[13] http://en.wikipedia.org/wiki/Tragedy_of_the_commons
[14] http://en.wikipedia.org/wiki/Tragedy_of_the_anticommons
[15] Como propone Bernard Rudofsky en el libro Streets for People (editado por DoubleDay en 1969): “For centuries, the street provided city dwellers with usable public space right outside their houses. Now, in a number of subtle ways, the modern city has made streets which are for ‘going through’, not for "staying in”.
[16] Marc Augé (1993). Los no-lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Gedisa. Rem Koolhaas (2007). Espacio basura. Gustavo Gili. Texto disponible en: http://www.btgjapan.org/catalysts/rem.html
[17] Un proceso que ya describió para el contexto norteamericano Robert Putnam en el libro Bowling Alone (Simon & Schuster, 2001)
[18] Un buen ejemplo lo tenemos en el caso de la ciudad australiana de Sydney y la cumbre de la APEC (Asia-Pacific Economic Cooperation) que se celebró allí en 2007. La transformación urbana provocada por las medidas de seguridad ha sido documentada en los blogs Subtopia (Fenceland) y City of Sound (The Anti-Fun Palace: APEC Fence, Sydney lockdown).
[19] William J. Baumol, Robert E. Litan & Carl J. Schramm (2007). Good Capitalism, Bad Capitalism, and the Economics of Growth and Prosperity. Yale University Press
[20] Siguiendo la idea de que “los mercados son conversaciones” que popularizó el libro The Cluetrain Manifesto.
[21] http://nomada.blogs.com/jfreire/2008/11/brechas-digitales-apropiaci%C3%B3n-y-educaci%C3%B3n.html
[22] http://subtopia.blogspot.com/2007/09/city-in-crosshairs-conversation-with.html
[23] Freire J (2008). Redes sociales: ¿modelos organizativos o servicios digitales? El Profesional de la Información 17(6):585-589