La portada de Ciberpaís estaba dedicada hoy al fenómeno de las webseries producidas en Sevilla. Grupos de creadores, normalmente muy jóvenes, que con escasos recursos filman series que difunden en Internet y que han logrado un gran éxito de público. Quizás el artículo merezca algunas reflexiones por lo que dice y por lo que no dice.
El fenómeno de las webseries nace de la cultura "marginal", la que está oculta a las instituciones culturales y políticas (o la que estas instituciones no desean ver). Posiblemente la creación de formatos televisivos para Internet no estaba entre las prioridades políticas, no era un sector considerado estratégico (simplemente no existía y nace en un medio que no interesa a la realidad oficial). Entonces, ¿por qué en Sevilla? Es difícil contestar, pero parte de la respuesta tiene en mi opinión que ver con las verdaderas "infraestructuras culturales" sevillanas. Son infraestructuras blandas formadas por redes de creadores activos que viven al margen de la cultura oficial, y que habitualmente solo se visibiliza cuando en situaciones conflictivas. Pero a veces, por sorpresa, esa cultura real alcanza tal escala que irrumpe en los medios y ya no se puede esquivar por más tiempo la mirada. De esto, el artículo no cuenta prácticamente nada.
Por el contrario el título, Sevilla, el Hollywood de las webseries, es sugerente y provocador, pero también perverso. ¿Por qué Hollywood?, difícilmente este fenómeno si se consolida seguirá los pasos del modelo de la gran industria del cine y la televisión. Más bien, deberíamos buscar modelos en India o Nigeria donde Bollywood o Nollywood se han convertido en fenómenos culturales y económicos de una escala equivalente. El problema, nuestro problema, es que esas culturas y esos públicos siguen siendo invisibles para nosotros. Y si no los conocemos difícilmente podremos entender los mecanismos de su éxito para emplearlos en nuestra realidad, más próxima en muchos sentidos que la californiana. Producciones rápidas y baratas, canales de distribución locales y globales pero siempre flsxibles y eficientes, un manejo flexible de la propiedad intelectual (o muchas veces una industria construida sin necesidad de propiedad intelectual). Estas ideas serían realmente útiles para comprender la posible evolución del fenómeno sevillano e, incluso, diseñar condiciones que favorezcan el desarrollo de un sector potente.
No nos extrañemos, seguimos imaginando en crear Silicon Valleys y nos olvidamos que podemos encontrar una enorme capacidad innovadora en los patios traseros de nuestras ciudades y en polígonos industriales semi-abandonados. Y Hollywood no deja de ser el Silicon Valley de las supuestas industrias creativas.
