El pasado 16 de junio participé en el Día do Emprendedor que se celebró en Santiago de Compostela, en concreto en la mesa "O futuro das NNTT visto polos tecnólogos: ¿Qué hai de certo en Prometeus?" La excusa para el debate era el video Prometeus que en 2007 imaginaba el futuro de Internet y de los "nuevos medios". Nos invitaban a hablar sobre el futuro de la "comunicación online". Fue un encargo curioso al no ser tecnólogo ni especialista en comunicación y, especialmente, por no creer demasiado en el tipo de predicciones que aparecen en este video. Pero me obligó a empezar a ordenar algunas ideas que me interesan y en las que llevo tiempo trabajando. Este es un resumen de mi intervención (o un guión de algunos temas en que espero poder seguir trabajando).
La principal utilidad de los ejercicios de prospectiva tecnológica, como el que representa el video Prometeus, es la de definir escenarios alternativos que sirvan para el debate de opciones y estrategias de adaptación. Las "nuevas tecnologías" han dejado hace tiempo de ser nuevas. El presente es digital y del paradigma tecnológico hemos pasado al dominado por la cultura digital. En esta evolución hemos transitado desde una visión tecno-céntrica de la innovación y la evolución de nuestras sociedades a un enfoque social y cultural. Lo digital ya es ubicuo y está acabando por disolverse en nuestros espacios físicos y en nuestro cuerpo y, especialmente, en nuestras prácticas cotidianas. Por tanto deberíamos empezar a pensar en nuestro futuro postdigital, cada vez más presente, el que se abre cuando abandonamos la obsesión y fascinación por la tecnología y empezamos a vivir en un mundo completamente transformado por sus consecuencias.
Una tecnología es realmente relevante cuando los usuarios se apropian de ella para darle nuevos usos, muchas veces inesperados. El caso de la telefonía móvil en Africa, donde existen prácticas y algunos servicios más avanzados que en los países desarrollados a pesar de que la tecnología es mucho más limitada, muestra ese patrón.
Los escenarios de futuro se pueden definir a partir de la interacción de factores clave que podrían evolucionar hacia estados alternativos. En mi opinión existen 4 factores relevantes que condicionarán el futuro:
- el desarrollo de competencias digitales (comunicativas, sociales y tecnológicas) por parte de la población que les permita apropiarse de la tecnología;
- el debate entre control y autonomía que caracteriza la cultura digital. Por ejemplo surgen plataformas ciudadanas emergentes de respuesta rápida y eficaz a catástrofes o para el activismo político pero al tiempo son cada vez más frecuentes los casos de estricto control gubernamental que utilizan la tecnología para la vigilancia permanente y ubícua o para la censura y vigilancia de activistas;
- el desarrollo y éxito de sistemas abiertos tanto en el diseño de las propias tecnologías (hardware y software) como en forma de plataformas de innovación abierta, desde las comunidades de software libre a la Wikipedia o la Apple Store para aplicaciones móviles (un caso de ecosistema de innovación abierto asentado sobre una tecnología cerrada). Al depender buena parte de estas plataformas de corporaciones resurge constantemente el conflicto entre control y autonomía;
- el futuro de la propiedad intelectual que dependerá de la resolución del enfrentamiento entre los sistemas cerrados (basados en sistemas de copyright y patentes) que forman la esencia del modelo de negocio de las industrias del copyright (muchas veces definidas como industrias culturales) y los sistemas abiertos (basados en licencias libres como Creative Commons o el copyleft).
En cualquiera de estos futuros posibles parece clara la importancia creciente de dos procesos:
- Estamos entrando en una era de los datos caracterizada por grandes bases de información disponibles en plataformas abiertas (un buen ejemplo es data.gov), y herramientas de visualización que permiten realizar una minería visual e interactiva de la información.
- Los nuevos ecosistemas de innovación surgen de la combinación de redes abiertas que se organizan de modo flexible y rápido a partir de proyectos, de prácticas de DIY, y de espacios institucionales o auto-organizados para la colaboración, como algunos medialabs o centros sociales, que facilitan la organización y desarrollo de proyectos por comunidades de interés. Esta nueva realidad es recogida de modo imperfecto (o simplemente está ausente) de los instrumentos de monitorización de la innovación habituales y por tanto es, hasta el momento, opaca para buena parte de las políticas públicas.