El jueves 8 de julio tendremos la segunda sesión de trabajo pública (y con streaming en directo) del proyecto Pensando y haciendo Medialab Prado (sobre el que ya escribí aquí). Para esta sesión cuatro personas del grupo de trabajo han preparado textos que debemos presentar otras dos personas. En concreto, Jesús G. Barahona presentará los borradores de trabajo de Antonio Lafuente (Taller de prototipado) y Juan Martín Prada (Balance de la plataforma Inclusiva-net) y yo los de Carolina del Olmo (Ciudad espectáculo) y Miguel Álvarez-Fernández (Arte, Ciencia, Tecnología, Sociedad… y Medialab-Prado).
Además de la presentación y comentarios específicos que haré de los dos textos que me han sido asignados, de su lectura (y en parte de la lectura de los otros dos textos) me han surgido algunas ideas más generales que quiero compartir aquí como contribución al debate abierto sobre el futuro de Medialab.
Pero quizás, antes de entrar en materia, debería agradecer, sin ironía, la "perversidad" de los organizadores de la sesión de trabajo. En realidad poco tendría que añadir a los textos de Antonio Lafuente o Juan Martín Prada salvo apoyar sus ideas y los modelos que proponen. Sin embargo en los textos que a mi me corresponden, de Carolina del Olmo y Miguel Alvarez-Fernández, aparecen ideas que me estimulan desde la diferencia, o al menos desde mis dudas. En realidad esta es, o debería ser, una de las bases de la lógica de trabajo de Medialab Prado.
Pensar desde el prototipado
Una parte de sus usuarios y seguidores conciben Medialab como un dispositivo para la producción de pensamiento crítico. A riesgo de simplificar en exceso, existen dos formas básicas de "producción" de pensamiento crítico: desde las ideas, en abstracto; desde los hechos, "pensando con las manos" o "con prototipos" parafraseando a Antonio Lafuente y su propuesta de taller de prototipado.
Una de mis experiencias personales con Medialab Prado puede ser ilustrativa de como estas alternativas suelen producir resultados diferentes y, en muchas ocasiones, opuestos. Hace exactamente un año moderé la mesa sobre Economía y formas de producción P2P (conclusiones en español e inglés, pdf) del Seminario del 4º Encuentro Inclusiva-net: Redes y Procesos P2P (se acaban de publicar los textos de este encuentro en formato e-book, pdf). En el texto donde sintetizo lo sucedido en la mesa de debate señalo mi insatisfacción con parte de lo sucedido (y mi incapacidad para generar un proceso diferente): una confrontación entre posiciones intelectuales aparentemente opuestas sin oportunidad de diálogo (que no, necesariamente, consenso) y empatía. Es un resultado habitual del "pensar desde las ideas". Lo sorprendente es que en sus prácticas cotidianas los participantes comparten mucho más de lo que cabría esperar e incluso colaboran en ocasiones en las mismas redes. Esta anécdota no es más que un ejemplo de que el "pensar desde los prototipos" genera una capacidad de colaboración que supera posturas a priori enfrentadas. Una de las características de la cultura digital es precisamente la capacidad de acción colectiva más allá de límites ideológicos, donde las redes se organizan y movilizan en base a objetivos comunes para el desarrollo de proyectos, generándose procesos de colaboración transversal.
Recuperar el bazar
Un tema recurrente de una parte del pensamiento crítico es la oposición entre lo público y lo privado, entre el mercado y el estado ... que reaparecen de una u otra forma una y otra vez (en la mesa de hace un año, en los textos de hoy). Creo que existe una cierta visión reduccionista del mercado (o del estado, o de lo público) que no hace más que acabar favoreciendo a aquellos que explotan ese modelo unidimensional, simplificado y sesgado. David de Ugarte ha escrito un excelente y largo texto donde aporta una visión amplia de la idea del mercado y nos sitúa en las causas históricas de la distorsión de este concepto:
“El mercado es malo”, “el problema es el consumismo”, “el comercio justo” o las “monedas locales” son ideas que resurgen durante la crisis. Su origen es en realidad mucho más antiguo y su significado queda más claro si recapacitamos y seguimos su trayectoria durante los últimos siglos.
... a lo que no podemos renunciar en ningún caso es al legado vivo que hemos recibido de las generaciones pasadas: el gran mercado global, el conocimiento sobre las bases de su funcionamiento en libertad y la increíble productividad que es capaz de impulsar. Sólo usándolos podremos enfrentar la pobreza. Renunciando al mercado, al comercio y al consumo nunca tendremos cohesión social. Asumiéndolos, sumergiéndonos en su lógica sin pudor, podremos construir y construir sentido.
Necesitamos mercaderes para vivir prósperos, pero sobre todo necesitamos el mercado para ser libres.
Julen Iturbe prefiere ecosistemas a mercados, aludiendo a la necesidad de tender hacia "fórmulas colaborativas y no solo competitivas", a lo que de Ugarte responde:
... Sin embargo el bazar, la quintaesencia del mercado, siempre fue eso. En el bazar, en el foro, los hombres buenos hacen arbitrios, los filósofos se encuentran con sus discípulos, se mantiene el culto religioso, vuelan las noticias, se hace política y, claro está, también se regatea, se vende y se compra. La visión unidimensional, protestante, del mercado que pretende reducir las complejas interacciones culturales del bazar a una mera serie de transacciones monetarias, nunca habló de la realidad, sino de un deber ser de teología bárbara. Vindiquemos el mercado, la plaza como se le llama todavía en muchos sitios, el bazar, el foro. No le regalemos la definición de la más hermosa institución de nuestro acerbo histórico a quienes no pueden entenderla.
Paradójicamente la crítica a los mercados los ve como una "catedral" cuando su naturaleza es la de "bazar". Quizás las categorías construidas para la era industrial sean ya insuficientes y ambiguas para definir lo contemporáneo. En este sentido, Javier Candeira comentaba hace poco como, en el reciente seminario de Yochai Benkler en Medialab Prado sobre La riqueza de las redes (parte del proyecto de traducción colaborativa al español del libro The Wealth of Networks), se planteó la pregunta de si la producción entre pares es de izquierdas o de derechas. La realidad es que este modelo de producción colaborativo comparte elementos que lo situarían simultáneamente en los extremos de las viejas ideologías. Pero, como la producción por pares existe, ¿será que estas ideologías ya no reflejan nítidamente la realidad?
¿Qué caracteriza la visión restringida del mercado?
- mercado como sistema de intercambios restringido a lo monetario (y en ocasiones lo monetario restringido a lo financiero)
- mercado como ensamblaje de intereses privados (en el sentido de lobby) que intenta explotar en su propio beneficio (privatizar) lo público
- mercado como modelo generado desde la ciencia económica que se ha desconectado de su contexto social, cultural y político
Indudablemente esta visión refleja una parte de la realidad en la que vivimos. Los mercados tal como los definen y consideran nuestras instituciones públicas están en buena medida diseñados desde la complicidad de la política y los grupos de intereses privados. En la construcción de estos mercados "oficiales" se ha puesto especial esfuerzo en desconectarlos de todo elemento no monetario y en retirar los posibles mecanismos de transparencia que permitirían las decisiones libres de los participantes.
Pero el concepto de mercado sigue siendo útil para definir otra parte de la realidad, la de los mercados en el sentido de "bazar" y de "zonas de intercambio" (tal como lo utilizan Alberto Corsin y Adolfo Estalella en su etnografía de Medialab Prado). O sea, dispositivos o espacios para el intercambio libre y abierto de conocimiento, experiencias, objetos y, también (pero no únicamente), para las transacciones monetarias. Medialab Prado sería uno de esos mercados. ¿A que nos conduce este planteamiento?
- necesidad de superar una dicotomía falsa o ya superada entre estado y mercado
- necesidad de explorar el potencial del mercado como bazar y zona de intercambio
- necesidad de re-incrustar a la economía en su contexto más amplio, social y político
No es casualidad que el Laboratorio del Procomún nazca en Medialab Prado, dado que el procomún define una parte de la que considero la verdadera dicotomía, aquella que se establece con los intereses particulares excluyentes de grupos de individuos (ya sean desde la empresa, desde el estado o desde la "sociedad civil"). Por tanto, uno de los objetivos de Medialab es construir un procomún alrededor de diversos temas y ámbitos. Pero, este objetivo requiere una labor de exploración continua de prototipos expandidos, que como explica Antonio Lafuente incorpora "el diseño de objetos ... de servicios, instituciones y redes". Necesitamos prototipos por que no existen reglas sencillas para la construcción del procomún en una sociedad postdigital compleja, y de ahí la necesidad de experimentos como el propio Medialab.