[Esta es la continuación de los posts Territorio = geología x infraestructuras x política y La evolución de las ciudades: arquitectura y control]
En el final del siglo 20 y comienzo del 21 irrumpe un nuevo modelo urbano y de ocupación y uso del territorio que está empezando a suceder a la ciudad postmoderna. La interacción de nuevas prácticas ciudadanas traducidas en nuevos usos del espacio y de unas infraestructuras ambientales y construidas que funcionan bajo el paradigma de las “ecologías en red” genera nuevas tipologías urbanas y territoriales que podríamos definir como “ciudad expandida”. Un modelo que se ha desarrollado a pesar de la planificación pero que a la vez es el resultado, parcial, de las fuerzas de la geología y de la política aunque con resultados inesperados. Este modelo urbano es expandido en un doble sentido:
- se extiende más allá de los límites oficiales de las unidades territoriales y genera nuevas configuraciones espaciales (para las que la política aún no ha desarrollado instrumentos adaptados a sus escalas);
- el espacio público se reinventa en un doble sentido: se configuran nuevos lugares de relación física y se expande con la tecnología. Las redes de comunicación generan espacios digitales que interaccionan con los espacios físicos y producen nuevas formas de relación de las personas con consecuencias espaciales.
Una “ciudad expandida” incorpora algunos de estos elementos:
1. El espacio urbano se extiende más allá de los límites políticos, por ejemplo entre municipios, y las zonas periféricas originales dejan de ser en muchos casos espacios suburbanos. Pero lo relevante no es esta expansión sino los cambios en el comportamiento de los ciudadanos que usan cotidianamente el territorio de formas no contempladas en la planificación oficial. Así, es habitual que las rutinas diarias de los habitantes incluyan su presencia de diferentes centros de actividad (muchas veces localizados en varios municipios). Además estos patrones de uso ya no son únicos sino que responden a múltiples tipologías que representan la diversidad de modos de vida. Por tanto, no es posible ya definir un centro y una periferia; nos encontramos ante una ciudad multicéntrica, con múltiples nodos de actividad.
2. La población presenta una elevada diversidad en sus orígenes y motivaciones para habitar ese territorio. En muchos de estos espacios urbanos, la inmigración juega un papel esencial y podríamos diferenciar dos tipos de inmigrantes. “Inmigrantes” de alto poder adquisitivo que pueden aparentemente pasar por turistas con una segunda residencia. En realidad son personas, en España en especial de otros países europeos, que deciden vivir permanentemente en lugares como la Costa del Sol pero mantienen su actividad profesional original desplegando una doble estrategia: utilizar las tecnologías de comunicación de modo intensivo y realizar viajes frecuentes (muchas veces semanales) para visitar sus “lugares de trabajo” en otras ciudades y países. En paralelo han crecido otras comunidades de inmigrantes, procedentes de Africa y Latinoamérica, que han ocupado los trabajos menos atractivos. Ambos colectivos, por decisión o necesidad, ocupan nuevos espacios urbanos o suburbanos generando nuevos centros de actividad. Ninguno de estos colectivos es bien conocido en sus prácticas espaciales y necesidades. Como tampoco son objetivos electorales (dado que no suelen contar con derecho de voto), son olvidados en la planificación urbanística. Como resultado la planificación suele obviar tanto una parte del territorio y de la población efectiva.
3. En esta ciudad surgen nuevos espacios públicos distribuidos a lo largo del territorio. Más allá de los centros de las ciudades, adquieren especial relevancia las zonas y centros comerciales como lugares de relación. Pero también los inmigrantes de bajo poder adquisitivo aprovechan zonas marginales (en el sentido de ser espacios para los que no se ha definido una función o han sido abandonados por los gestores) en la periferia para sus actividades de ocio y comunitarias.
4. Los nuevos y los tradicionales habitantes, en parte gracias a su uso de las tecnologías digitales, se organizan en múltiples redes. Cada persona suele participar en diferentes redes formales y, sobre todo, informales y muchas de ellas se estructuran también sobre el territorio. El resultado final es una complejidad social muy elevada.
5. En esta transformación los criterios estéticos tradicionales son modificados o simplemente abandonados. La nueva ciudad expandida presenta nuevas formas y estéticas que habitualmente provocan el rechazo de los técnicos y especialistas. Estas nuevas estéticas nacen de decisiones individuales (de agentes privados, ya sean personas u organizaciones), muchas veces discordantes entre ellas, y de su yuxtaposición aparentemente caótica en un mismo territorio. A este proceso ayuda el hecho de que normalmente el desarrollo residencial y comercial se adelanta al de los espacios comunes.
6. Una visión superficial de este nuevo territorio puede generar una apariencia de sprawl y de ciudad difusa. Es cierto que en esta zona metropolitana se incorporan áreas de sprawl y zonas difusas pero el conjunto no puede catalogarse así. La zonificación propia del sprawl se ha perdido en gran medida y existen numerosos núcleos con elevadas densidades de ocupación.
Existen múltiples ejemplos de este modelo emergente de ciudad expandida. El área metropolitana de la Costa del Sol es el territorio que ha inspirado inicialmente este texto, y es un buen ejemplo de este modelo urbano que crece y surge en lugares insospechados, aunque sigue pasando desapercibido. Mientras la reflexión y acción política sobre las ciudades sigue pensando en tipologías convencionales, las zonas urbanas más dinámicas se están convirtiendo en modelos expandidos. Por ejemplo, la zona costera de Galicia y el norte de Portugal configura otra área metropolitana, que discurre desde Ferrol hasta Porto, con características similares a las de la Costa del Sol, aunque en contextos socioculturales y económicos radicalmente diferentes. Incluso, si nos centramos en las grandes ciudades españolas, Barcelona y Madrid representan los dos tipos de evolución urbana. Barcelona sigue hasta su máxima expresión el modelo de ciudad post-moderna convertida en un centro “acondicionado” para uso turístico y para la atracción de la clase creativa. Madrid, por el contrario, partiendo de un modelo centro-periferia, se está transformando hacia otra estructura multicéntrica con nodos de actividad distribuidos por un territorio mucho mayor que el que ocupa la ciudad oficial. Por supuesto, clasificar los diferentes territorios en una u otra tipología es un ejercicio de simplificación que elimina buena parte de la diversidad y complejidad. Por ejemplo, en Barcelona existen numerosas fuerzas que se oponen a la acción planificadora oficial. En el caso de Madrid, su transformación a un modelo expandido se realiza a pesar de los intentos políticos de crear una ciudad post-moderna.