Estoy empezando a colaborar en un nuevo proyecto de la edición digital de El País, El Debate, que utiliza la plataforma Eskup para que un grupo amplio de personas comenten y discutan un tema que el periódico plantea diariamente. Hoy el tema seleccionado ha sido ¿Irá a más el movimiento de indignación ciudadana del 15-M? Esta es la propuesta que se hace para iniciar el debate:
Una convocatoria ciudadana logró movilizar el domingo a miles de personas en 50 ciudades españolas bajo el lema “Democracia Real Ya. No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”. ¿Qué significado tienen estas protestas? ¿Qué papel han jugado las redes sociales? ¿Demuestra esto la profundidad de la indignación ciudadana? ¿Qué partidos pueden beneficiarse de esta especie de “primavera árabe” a la española?
Mientras escribía esto descubría el artículo que Antoni Gutiérrez-Rubí ha publicado en El Periódico donde analiza las movilizaciones “#15-M: política sin partidos” (versión pdf) y que responde a muchas de estas cuestiones:
El pasado domingo, los partidos políticos (también los sindicatos y los representantes públicos) comprendieron que han perdido el privilegio exclusivo de la acción política. Habrán visto que es posible organizarse políticamente sin ellos; comunicar eficazmente sin intermediación mediática o contra algunas miopías; y crear contenidos de valor sin liderazgos claros ni fuentes oficiales.
He utilizado las preguntas del debate de El País para tratar de organizar algunas ideas acerca de lo que entiendo que representa lo que está sucediendo con el movimiento del #15M y muchos otros que están surgiendo en España.
¿Qué significado tienen estas protestas?
La desconexión entre la realidad ciudadana y la virtualidad de la política convencional. Esto es algo que, por otra parte, siempre ha sucedido en mayor o menor medida. Las élites siempre han intentando monopolizar las agendas, mantener las distancias y controlar los canales de comunicación, o sea su relación con los ciudadanos y la capacidad organizativa de estos. El resultado es un sistema unidireccional (unos pocos hablan, la masa escucha), una población con muy escasa autonomía (que solo usa para reaccionar, nunca se sale de la agenda definida desde el poder) y unas élites autoritarias y paternalistas. Quizás este estado de las cosas está empezando a desmoronarse.
¿Qué papel han jugado las redes sociales?
Ahora la ciudadanía cuenta con herramientas para organizarse sin los intermediarios convencionales (desde los políticos a los medios de comunicación) y empieza a entender que puede salirse del estatus quo. El "problema", para los políticos, es que el uso de la tecnología está pasando de ser instrumental a ser el síntoma exterior de un profundo cambio cultural. Las "redes sociales" han sido instrumentales y al tiempo han sido el símbolo de las redes de personas capaces de generar narrativas propias (al margen de los medios) y de movilizarlas (hacer marketing) para provocar un movimiento ciudadano. Estas narrativas son transmediáticas, nacen en Internet y ocupan el espacio y el debate público de forma viral. Las narraciones de los políticos siguen siendo sospechosamente parecidas a las que podrían salir de un plató de una televisión o de una agencia de publicidad.
¿Demuestra esto la profundidad de la indignación ciudadana?
Harían mal los políticos en preocuparse específicamente en este movimiento del #15M; no es más que un síntoma (y no es el primero) de un malestar y de una nueva forma de acción ciudadana. Este movimiento posiblemente desaparecerá pero resurgirá en muchos otros que aborden una enorme diversidad de problemas y tengan un carácter propositivo y no solo reactivo. Los políticos se enfrentan a ciudadanos (muy bien) organizados en redes informales (difíciles de "ver" con los ojos convencionales) con creatividad y capacidad para desarrollar proyectos autónomos que traten de resolver problemas. El punto de inflexión (que puede que estemos alcanzando) sucederá cuando una masa crítica de ciudadanos sean conscientes de su capacidad y dejen de jugar en el campo y con las reglas y árbitros que diseñan los políticos.
¿Qué partidos pueden beneficiarse de esta especie de “primavera árabe” a la española?
Ninguno de los que existen en la actualidad y dudo de que surjan alternativas desde la política convencional que conecten realmente con estas nuevas actitudes y valores. Pero todos en uno u otro momento intentarán instrumentalizarlas en su beneficio. Deberían ser cuidadosos, estas maniobras pueden acabar por volverse en su contra dado que ya no pueden controlar el movimiento. Pueden acabar siendo víctimas del "síndrome twitter" que sufren muchos famosos que se lanzan a usar twitter pensando que siguen controlando el medio, el mensaje y a sus fans.
Posiblemente estamos entrando en una fase en que se revitalice la política pero está se haga desde modelos muy diferentes a los convencionales. Seguirán existiendo partidos que seguirán manejando una parte del poder, pero tendrán que enfrentarse y/o negociar con movimientos cívicos que harán política activa y propositiva desde los espacios públicos (urbanos y digitales). La nueva gobernanza tendrá que pasar por diseñar modelos de relación, negociación y toma de decisiones entre estos dos actores. Quizás deberíamos empezar a mirar más hacia Islandia o el norte de Africa y menos a Bruselas o Washington.