Esta es la tercera parte (1 / 2) de los textos que estoy elaborando para el proyecto Manifiesto Crowd en que he colaborado con Antoni Gutiérrez-Rubí.
Buena parte del siglo 20 fue la “era de las masas”: medios de masas, consumo de masas, productos de masas ... Desde finales del siglo pasado empezamos a a hablar de multitudes. Los dos términos aluden a un colectivo de gran tamaño y los diccionarios no son de gran ayuda. Por ejemplo la RAE define masa como “gran conjunto de gente que por su número puede influir en la marcha de los acontecimientos”, y multitud como “número grande de personas o cosas”. Sorpredentemente parece que solo la masa puede cambiar el estado de las cosas cuando las evidencias empiezan a demostrar que son las multitudes quienes realmente podrían tener esa capacidad. Dado que los matices son relevantes ¿qué diferencia una masa de una multitud?
La masa es el concepto clave del modelo industrial propio de la segunda mitad del siglo 20. La masa se caracteriza, en términos estadísticos, por su promedio (por sus propiedades de "primer orden", su tendencia central). Cuando nos "enfrentamos" a una masa lo óptimo es ofrecerle un producto o servicio estandarizado, optimizado para el promedio. En los modelos de masas el público se caracteriza por su promedio y como mucho en los últimos tiempos se segmenta, que no es más que descomponer una única masa en varias masas más pequeñas. Una vez definida la tendencia central el objetivo es la eficiencia y calidad (producir algo de una forma rápida, barata y estándar). En este sentido podríamos decir que las masas son estúpidas, no demuestran inteligencia, todos los elementos de la masa son considerados idénticos y por tanto no aportan nueva información.
Por el contrario la multitud se define por su varianza (su propiedad estadística "de segundo orden"). Una multitud, si es concebida como tal, no es segmentable dado que pierde diversidad. En una multitud cada componente es diferente y por tanto aporta diversidad y genera capacidad de innovación. En este sentido las multitudes son inteligentes. La multitud responde al modelo post-industrial propio del siglo 21 en que la eficiencia y calidad son solo requisitos (en gran medida alcanzables mediante tecnología) y el objetivo es generar de forma continua innovación, y en particular innovación disruptiva. La innovación es una estrategia de supervivencia ante un entorno en cambio constante que requiere de flexibilidad y capacidad de adaptación.
Un ejemplo de la evolución de masa a multitud gracias a un cambio tecnológico: la telefonía móvil
Los teléfonos móviles iniciales estaban pensados para las masas; permitían dos acciones únicas (las llamadas y el envío de mensajes cortos, SMS). Si analizábamos a un grupo de usuarios de teléfonos móviles presentaban las características de una masa: todos los utilizaban del mismo modo con pequeñas variaciones (la diversidad era escasa; todos llamaban y enviaban SMS); la entrada de un nuevo usuario no aportaba conocimiento nuevo.
Los teléfonos móviles inteligentes están pensados para las multitudes. Bajo la apariencia de un producto se esconde una plataforma de servicios. Los usos originales han ido perdiendo relevancia y hoy en día un móvil es un artefacto que permite acceder a múltiples servicios a partir de aplicaciones. La oferta de apps es tan elevada que en realidad cada usuario tiene su propio móvil totalmente diferente al de otros. En un grupo de usuarios todos serán diferentes y todos aportarán conocimiento (usarán algunas apps distintas) al común.