Antropólogos y sociólogos urbanos tienen en ocasiones objetivos comunes con los geógrafos e ingenieros que trabajan con satélites: observar la realidad social de una ciudad cuando el conflicto, como en el caso de Baghdad, impide tanto la observación directa a pie de calle como el mantenimiento de bases de datos fiables. Este es el argumento de la historia que llevo a ADN.es | Ciudades enredadas, Pistas de la guerra en las luces de Bagdad.
En Ciudades enredadas siempre hemos defendido la aproximación etnográfica a la ciudad. Aproximarse a ella y a sus habitantes para conocer de primera mano que es lo que allí sucede. En ocasiones, esta metodología no es posible o demasiado arriesgada y conviene entonces alejarse y, con la ayuda de la tecnología, visualizar la ciudad de otra forma.
Los satélites llevan ya décadas siendo instrumentos rutinarios para la observación de la Tierra. Principalmente se dedican a monitorizar procesos ambientales y meteorológicos, pero también pueden ser enormemente útiles para comprender la dinámica urbana. Quizás el punto de partida de este uso lo marcó la campaña iniciada en 1966 por Steward Brand para que la NASA liberase la primera imagen del planeta Tierra desde el espacio (la historia contada por el propio Brand). Cuando la organización espacial norteamericana accedió a la petición, nuestra visión del planeta y del papel del hombre cambió para siempre.
¿Cómo aproximarse a la realidad social en una ciudad en conflicto como Baghdad? Cuando los antropólogos no pueden callejear y los sociólogos no cuentan con bases de datos demográficos ni acceso a la población para poder encuestarla, llega el turno de los geógrafos y los ingenieros que trabajan con satélites. Esto es precisamente lo que han hecho John Agnew, Thomas W Gillespie, Jorge Gonzalez (Departamento de Geografía) y Brian Min (Departamento de Ciencias Políticas) desde la Universidad de California Los Angeles (UCLA). En una reciente publicación (Baghdad nights: evaluating the US military ‘surge’ using nighttime light signatures, pdf) en la revista de investigación geográfica Environment and Planning A utilizan datos procedentes de satélites meteorológicos para evaluar si la nueva oleada militar iniciada en primavera de 2007 (con más tropas y diferentes estrategias de vigilancia y control) que los EEUU lanzaron en Irak ha logrado invertir el peligroso trayecto hacia la catástrofe que ha sufrido el territoiro iraquí desde la invasión de 2003.
Baghdad ha sido quizás el lugar más afectado, en su degradación de la calidad de vida, por la guerra y la posterior ocupación. Pero el hecho de que los niveles de violencia continuen siendo muy elevados impiden, en la práctica, recoger información sobre el terreno para evaluar el impacto del cambio de estrategia militar. El fundamento de la idea es simple: en caso de que el cambio de estrategia fuese efectivo se debería observar un incremento paulatino de la iluminación nocturna dado que la infraestructura eléctrica debería ir siendo reparada paulatinamente en las diferentes barriadas. De este modo, la intensidad lumínica nocturna nos explicaría como han evolucionado los niveles de violencia, la reconciliación política y las mejoras de la calidad de vida dela población. Además, las diferencias en la intensidad de iluminación entre barrios podrían proporcionar indicadores de la calidad de vida que experimentan los habitantes de las diferentes zonas de Baghdad. Pero, como existen otros factores que podrían afectar a los datos registrados, utilizaron como controles otras ciudades iraquíes con niveles inferiores de violencia (Kirkuk, Mosul, Trikit y Karbala).
Estos autores emplearon como fuente de información el Operational Linescan System, formado por satélites meteorológicos del Departamento de Defensa norteamericano (Defense Meteorological Satellite Program, DMSP), que proporciona imágenes de iluminación nocturna a una escala global y con una resolución de 2.8 km (aquí puede consultarse una colección de imágenes nocturnas proporcionadas por la NASA). En concreto analizaron 4 imágenes entre Noviembre de 2003 y Diciembre de 2007 y que abarcan el periodo inicial de la invasión y las fases anterior y posterior al último cambio de estrategia.
Esta imagen muestra los niveles de iluminación en Baghdad tal como se obtienen con los satélites meteorológicos del Departamento de Defensa de EEUU.
Este mapa, procedente del sensor remoto Landsat ETM+, representa los 10 distritos de seguridad en que se divide la capital iraquí (y que se corresponden con la geografía de la violencia etno-sectaria, en términos utilizados por el propio ejército norteamericano).
Hasta el momento la mayor parte de opiniones (del propio gobierno estadounidense y de la mayoría de medios) apoyan la idea de que el último cambio estratégico ha mejorado sustancialmente la situación en Iraq y en particular en Baghdad. Pero los resultados obtenidos mediante satélites indican una tendencia totalmente opuesta. El uso de energía eléctrica creció tras la invasión, pero por el contrario entre Marzo y Diciembre de 2007, tras el cambio de estrategia, la intensidad luminosa decreció de modo importante (hasta los valores mínimos de todo el periodo).
Este cambio no ha sido ni mucho menos homogéneo y el declive de actividad se puede asociar claramente con la composición étnica y las diferencias en el grado de violencia que experimentó cada zona de seguridad en que se divide la capital iraquí (por ejemplo, la zona verde, donde viven las fuerzas de ocupación, se benefició de una clara mejora en sus condiciones).
Iluminación nocturna en Baghdad en Noviembre de 2003, Marzo de 2006 y Diciembre de 2007, obtenida a partir de datos de satélites meteorológicos. La escala es relativa y va desde las intensidades bajas (tonos azules) a altas (violeta).
Estos mapas representan la densidad de incidentes violentos en Baghdad en Julio de 2006 y Enero y Julio de 2007. Los colores más cálidos indcian mayor número de conflictos.
Desde la invasión, los barrios mixtos han ido convirtiendose en monoétnicos por un proceso de segregación. Además, los barrios dominados por los Sunnies han sufrido una despoblación por la huida masiva de sus habitantes y en paralelo muestran los mayores declives en la intensidad lumínica. Por el contrario los Shies, apoyados en un gobierno dominado por representantes de su propia etnia, han logrado pacificar en gran medida sus áreas lo que se asocia con el mantenimiento o incluso aumento de la intensidad de uso de electricidad. Los autores del estudio interpretan sus resultados identificando a las consecuencias de la violencia étnica (segregación, migración y pacificación) como causa principal de los cambios en la calidad de vida de los barrios. En esta interpretación, el papel jugado por la nueva oleada del ejército norteamericano sería mínimo y, en todo caso, limitado a la ayuda que han prestado para concluir el proceso de segregación étnica y para asegurar el aislamiento entre barrios. Al contrario que Baghdad, las otras ciudades iraquíes experimentaron aumentos en el uso de energía eléctrica durante el mismo periodo, confirmando el carácter anómalo de la capital.
Parece que las “luces de Baghdad” contradicen la interpretación de las partes. Paradójicamente estos datos han sido obtenidos gracias a los sistemas de observación del propio ejército norteamericano. La amplia disponibilidad de este tipo de información a una escala global ofrece numerosas posibilidades para ampliar el conocimiento de la dinámica urbana, incluso en zonas que no tienen por que encontrarse necesariamente en conflicto en las que antropólogos y geógrafos podrían acompañarse mútuamente en sus exploraciones urbanas.